"Lo primero que recuerdo es oír a mi hijo mayor gritando: ¡mamá, mamá, papá tiene unas tijeras y te va a matar". Con estas palabras M. C. declaró ayer en el juicio en que se acusa a su excompañero sentimental, A.C., de intento de asesinato. Los hechos ocurrieron en agosto del año pasado en un piso de San Isidro (Granadilla de Abona) y la agresión con las tijeras y un cuchillo dejaron en el cuerpo de la víctima varias heridas y supuso su hospitalización durante una semana.

El procesado aseguró varias veces que no se acordaba de nada y que ese día estaba muy borracho, había ingerido pastillas y fumado hachís. Pero que, de todas formas, se arrepiente de lo que hizo. La Fiscalía mantuvo su solicitud de 12 años de prisión y 22 de alejamiento e incomunicación y una indemnización de 6.000 euros. La acusación particular, además, pide otro año por amenazas. La defensa sostiene que los hechos son constitutivos de un homicidio en grado de tentativa y reclama cinco años de cárcel.

Los celos fueron el móvil del ataque. Alguien le contó a A.C. que su mujer le engañaba con un compañero de trabajo. En una barbacoa, celebrada días antes, afirmó que la iba a matar si le era infiel y la noche anterior la amenazó con el cuchillo que usó luego para intentar acabar con su vida. Previamente, utilizó unas tijeras con las que asestó varios golpes a su esposa mientras estaba dormida, junto a sus dos hijos. La mujer logró arrebatárselas y pedir ayuda desde la ventana, lugar por donde huyeron su hijo mayor y el acusado. La víctima indicó que, desde semanas antes, su excompañero mostraba unos fuertes celos y control hacia su persona, incluido el móvil. Niega que el procesado oliera a alcohol en el momento del suceso. Al parecer, tuvo problemas con la bebida pero estuvo en tratamiento en Rumanía. Desde entonces, apenas consumía alguna cerveza. La mujer recuerda que, tras pedir ayuda, dos hombres acudieron al domicilio con un bate de béisbol y lograron reducir al presunto agresor y quitarle al hijo menor de los brazos. Dijo que siempre fue celoso, pero nunca la había agredido.

Una testigo declaró que, tras los hechos, el acusado encendió un cigarro tranquilamente frente a la casa y que no parecía nervioso o borracho, sino que mantenía la sangre fría. Negó que hubiese intentado suicidarse al salir por la ventana, dado que en todo momento intentó no hacerse daño. El cabo de la guardia civil que atendió al acusado dijo que éste olía ligeramente a alcohol, pero que no parecía borracho. En aquel momento, el acusado entendía el castellano, aunque ayer tuvo que ser asistido por una intérprete. El hermano admitió que vivía con la obsesión de que su mujer le engañaba y que ya había dicho que si era cierto la iba a matar.

La mujer sufrió traumatismos craneales, faciales, torácico, múltiples cortes en la cabeza y cuello con hematomas, escoraciones, una herida en la clavícula de ocho centímetros de profundidad y otra de cinco en el brazo izquierdo. El presunto agresor causó una herida punzante en el brazo y corte en el codo del brazo derecho, en la rodilla, incisiones en el tórax, cuello cadera derecha que precisaron para su curación que fuera intervenida de urgencia.