La Audiencia Provincial ha impuesto una pena de siete años de cárcel a Víctor Manuel B.V. por un delito de agresión sexual en la persona de M.D.C.R.G., y otro más por atentado a un agente de la Guardia Civil. La sentencia dispone que el condenado deberá mantenerse alejado medio kilómetro de la mujer durante diez años y estar sometido a libertad vigilada durante otros cinco, en ambos casos tras cumplir la pena de prisión. Igualmente, está obligado a pagar 25.000 euros a la víctima de la agresión sexual en concepto de lesiones y daños morales y otros 275 euros al funcionario al que golpeó, empujó e insultó.

La Sala da por probado que el condenado, en la tarde del 24 de agosto de 2016, se encontró en la guagua que iba hacia La Esperanza con la mujer a quien conocía porque había realizado diversas reformas en su domicilio. Durante la conversación se ofreció a hacerle nuevos trabajos y le pidió que le invitara a tomar café en su casa, a lo que la víctima se negó en ambos casos.

Algo más tarde tocaron al timbre de su casa reiteradamente y cuando la mujer abrió la puerta, pensando que eran sus nietos, se encontró con el agresor, quien "de forma rápida y anulando su capacidad de respuesta", la empujó para entrar en la casa y cerró la puerta. A continuación la llevó a empujones hasta la cocina donde la agredió sexualmente, rompió su ropa interior y cuando intentó huir la alcanzó y tiró al suelo mientras intentaba violarla. En un momento dado la mujer logró escapar, pero el agresor la arrinconó contra la pared de la cocina.

Entonces, los nietos tocaron en la puerta de la casa y poco después llegó su tía, quien logró arrinconar al condenado y pidió a los menores que avisaran a su novio que vivía al lado.

De esta manera consiguieron retenerlo hasta que llegó la Guardia Civil, momento en el que el agresor se enfrentó a uno de los agentes y le causó diversos daños, al empujarlo y arañarlo, a la vez que lo insultaba.

Como consecuencia, la mujer presentó diversas lesiones en el mentón izquierdo, cuello, antebrazos, cadera, muslos y laceración en la zona ginecológica, por las que tuvo que ser atendida en el hospital. Además, actualmente está en tratamiento por cuadro depresivo crónico y persistente y trastorno de estrés postraumático. Durante el juicio, el acusado se declaró inocente, aunque el jurado considera que incurrió en incoherencias, como asegurar que fue la mujer quien le acosó a él y que le pidió un vaso de agua que se le derramó por lo que tuvo que sacarse la camiseta. Frente a este alegato, la Sala da plena credibilidad al relato de la víctima y de los testigos, como fueron su hija y los miembros de la Guardia Civil.

El acusado, no obstante, sí reconoció que había agredido al agente.

El objetivo era tener sexo

En la sentencia se concluye que "de todas estas evidencias" se colige que la víctima fue agredida en el interior de su domicilio y que el autor de esta agresión fue el ahora condenado. El testimonio de la víctima deja patente que la finalidad de la agresión era mantener relaciones sexuales con ella, usando un comportamiento violento. Las lesiones fueron observadas por "la hija y por los agentes de la Guardia Civil".