Un Jurado declaró ayer culpable de asesinato al joven que hace dos años mató en Las Palmas a su vecina, la estudiante Saray González, después de que esta le recriminara el ruido que hacía jugando al ordenador, tras descartar que estuviera enajenado entonces.
El veredicto establece como probado que Alberto M.P. mató a golpes a su vecina, puesto que ni siquiera el propio procesado negaba la autoría del crimen; si bien no en los términos que planteaba la defensa.
Durante el juicio, Alberto M.P. pidió perdón a la familia de la fallecida, dijo que se arrepiente "todos los días" de lo que hizo y alegó en su descargo que en ese momento "no era él".
Sin embargo, los jurados dictaminaron por unanimidad que atacó a Saray González de una forma alevosa (sin posibilidad alguna de que se defendiera), "con la intención de matarla" y en pleno uso de sus facultades mentales.
El juez, Miguel Ángel Parramón, preguntó en el objeto de veredicto al tribunal si podía considerarse que Alberto M.P. no era dueño de sus actos, porque sus facultades de autocontrol y de comprensión de lo que hacía habían quedado anuladas por el efecto de su "adicción a los videojuegos" y por tener una "personalidad esquizoide", como sostenía la defensa.
Por unanimidad, el Jurado negó que fuera así. Sin embargo, tampoco aceptó que el número de golpes que Alberto M.P. propinó a su víctima estuviera dirigido a elevar su sufrimiento, por lo que no aprecia que concurra la agravante de ensañamiento.
En vista de este veredicto, la Fiscalía y la acusación que representa a la familia de la víctima solicitaron una condena de 20 años de cárcel por asesinato. Los hechos ocurrieron en la calle de Pérez del Toro el 27 de octubre de 2015, cuando la víctima acudió a casa de su vecino para pedirle que no hiciera ruido ni gritase mientras jugaba con el ordenador, tras lo cual, volvió a su vivienda. Después, el asesino fue al bajo del inmueble donde ambos vivían, propiedad de su familia, y cogió unas cizallas de las utilizadas para cortar metal, con las que fue al domicilio de la víctima y llamó a su puerta dando golpes.
Cuando ella abrió, discutieron, y poco después, el asesino golpeó repetidamente a la mujer con las tijeras cizallas con la intención de matarla y quedó malherida en el suelo.
Después de agredirla, volvió a su vivienda para limpiarse los restos de sangre que tenía encima, se deshizo de la ropa en varios contenedores de la calle y regresó a su casa. La víctima fue encontrada media hora después agonizando en el suelo por una compañera suya de piso, que acudió en busca de auxilio al domicilio del acusado, quien fingió total desconocimiento de lo sucedido. La mujer murió poco después como consecuencia de los golpes recibidos en la cabeza.
El maletín
Pocos días después del asesinato, el homicida guardó las tijeras cizalla en un maletín de ordenador con candado y le pidió a un amigo suyo que se lo guardase. Además de la pena de 20 años de prisión, el fiscal solicita una indemnización de 100.000 euros para los padres de la víctima y 50.000 euros para su hermana, mientras la acusación particular la eleva a 150.000 euros para los progenitores y 100.000 euros para la hermana.