Tres personas murieron hoy y varias decenas resultaron heridas, de ellas seis en estado crítico, después de que un tren descarrilara cerca de la ciudad italiana de Milán (norte), según los datos provisionales del Gobierno regional.

El tren, en el que sobre todo viajaban trabajadores, descarriló a las 07.00 locales (06.00 GMT) entre los municipios de Pioltello y Segrato, después de partir una hora y media antes desde la ciudad de Cremona con rumbo a la estación milanesa de Porta Garibaldi.

Tras el accidente se ha confirmado la muerte de tres personas, cuyos cadáveres fueron hallados en el interior de los dos vagones siniestrados, informaron fuentes de la Consejería de Sanidad lombarda y del Ente Regional de Emergencia y Urgencia (AREU).

Por otro lado, además de los contusionados, seis personas sufrieron heridas calificadas de "código rojo", es decir, pacientes con inminente peligro de muerte; veinte en "amarillo", graves pero no críticos, y 30 "verdes", que no requieren una intervención urgente, según las fuentes.

Los heridos más graves están siendo trasladados a distintos hospitales de la capital lombarda, especialmente al "San Raffaele", mientras que los contusionados han recibido las primeras curas en un gimnasio próximo al lugar del incidente.

Las operaciones de socorro ya han concluido, según informaron los Bomberos, pero durante la mañana los equipos de emergencia tuvieron que acceder al interior de los dos vagones prácticamente destrozados para rescatar a unas seis personas que habían quedado atrapadas.

El ministro de Infraestructuras y Transportes en funciones, Graziano Delrio, envió al lugar a técnicos de la Agencia nacional para la Seguridad Ferroviaria con el objetivo de determinar las causas del accidente.

Pese a que en un primer momento se barajó la posibilidad de un fallo en el cambio de vía, el experto ferroviario de la región de Lombardía, Vincenzo Martello, apuntó ante los medios locales a la posibilidad de que se haya producido por un hundimiento en las vías.

Algunos pasajeros explicaron que antes del descarrilamiento el tren comenzó a temblar durante "tres o cuatro" minutos antes de que se produjera el siniestro, que dañó principalmente a los vagones centrales.

Según una primera reconstrucción, el tren, compuesto por una locomotora con cinco vagones, recorrió cerca de dos kilómetros con algunas ruedas fuera del raíl lo que hizo que uno de los vagones impactara con un mástil eléctrico, provocando el destrozo.

No obstante Martello subrayó que aún es "prematuro" hablar sobre el desencadenante del desastre ya que hay una investigación en curso.

Por otro lado, en un primer momento la compañía "Trenord" publicó en sus redes sociales que la circulación en la zona del accidente había sido interrumpida "a causa de un inconveniente técnico", lo que ha suscitado el enfado de los damnificados y usuarios.

La Fiscalía de Milán ha abierto una investigación sobre estos hechos y baraja la posibilidad de que se haya incurrido en un supuesto delito de "desastre ferroviario culposo".

Las reacciones desde el mundo de la política fueron inmediatas y los distintos líderes, en plena campaña electoral para las elecciones generales del 4 de marzo, lamentaron el desastre pero al mismo tiempo denunciaron el estado de las infraestructuras.

El candidato del Movimiento Cinco Estrellas (M5S), Luigi di Maio, pidió que no vuelva a ocurrir un accidente similar y denunció que en Italia "existe una grave emergencia vinculada a la situación de las infraestructuras que debe ser afrontada urgentemente".

En la misma línea se expresó el alcalde de Milán, Beppe Sala, del gubernamental Partido Demócrata, quien abogó por mejorar la "solidez" de la red ferroviaria del país.

En ex primer ministro y líder de la conservadora "Forza Italia", Silvio Berlusconi, dijo que "lamentablemente hay una deuda con las infraestructuras" que separa a Italia de otros países como España y Francia, en una entrevista a la emisora RTL.