Uno de los asaltantes a la finca de Arafo, entonces menor de edad, culpó a su padre de planificar el robo que concluyó con la muerte del otro de los intrusos por un disparo del dueño de la propiedad, J.S.M. Desde el pasado lunes la Audiencia acoge un juicio con jurado contra este último al que la Fiscalía pide la absolución al considerar que la noche de aquel 1 de marzo de 2015 actuó en defensa propia y únicamente lo considera responsable de no tener licencia de armas.

El joven, que ya fue condenado por este delito en otro procedimiento, casi siempre se refirió a su padre como "José" y aseguró que apenas conocía al fallecido, cuya madre solicita alrededor de 78.000 euros de indemnización y 10 años de cárcel para el anciano. Declaró que su padre le coaccionó para que entrara a la finca a robar y cree que lo que buscaba era pagar las deudas que había contraído.

El abogado defensor indicó que, al parecer, una antigua trabajadora de la finca lanzó el rumor de que en la casa se hallaba una caja fuerte con miles de euros y a partir de aquí se empezó a organizar el asalto. Su padre iba a participar también en el robo pero en el último momento se quejó de que le dolía el hombro y obligó a su hijo a entrar junto con el joven fallecido, con un pasamontañas, una careta y armados de pistolas simuladas y una barra de metal. Del joven asesinado dijo que siempre le sorprendió que era muy callado pero que aquella noche se mostró especialmente agresivo o "ajetreado".

La esposa relató que aquella noche estaba en la habitación junto con su hermana mirando un programa por la tele mientras su marido en la barbacoa veía un partido. "En ese momento veo a un señor por la ventana que comienza a pegarle al cristal con una barra y que no paraba de pedirnos dinero y de decirnos que abriéramos la caja fuerte. Estaba muy nervioso y muy raro. Uno llevaba un pasamontañas y otro una careta". Su marido entró en la parte principal de la vivienda acompañado de ambos y entonces la mujer, que tenía más de sesenta años, les ofreció que se quedaran con una tarjeta de crédito y les avisó de que iba a venir la policía. Uno de los intrusos le puso la mano en el quicio de la puerta y se la trincó mientras otro le daba patadas, lo que le causó secuelas que perduran. Aparte de los daños físicos también sigue sin poder estar sola en la finca y durante meses residió en la casa de su hijo. Además, contrataron a un matrimonio para que vigile la propiedad.

"Uno me apuntaba con una pistola y el otro me daba golpes con un palo", indicó la esposa. Entonces el marido les dijo que iba a entrar en la habitación para ver si podía encontrar dinero y dárselo, pero en realidad sacó una pistola que le había regalado su hijo unos años antes, pero para la que carecía de permiso. El hombre lanzó dos disparos que dieron lugar a que los intrusos huyeran momentáneamente, aunque en realidad uno de ellos regresó amenazando de muerte al octogenario, aún con más fuerza que antes. "A ti te ahorco yo", le decía, según la esposa.

Hubo otro disparo, "aunque la verdad es que estaba tan nerviosa que pudieron ser hasta diez" y el joven desapareció. No fue hasta que llegó la Guardia Civil cuando descubrieron que había muerto.

Concluyó que si está viva es gracias a lo que hizo su marido. Por la mañana declaró la cuñada de J.S.M., que dijo que oyó los disparos y pensó que los ladrones habían matado al matrimonio.