La Audiencia Provincial impuso una pena de siete años de prisión por un delito de homicidio en grado de tentativa a Alonso Enrique B.T. por apuñalar a un joven durante las fiestas de la noche de San Juan de 2017. También deberá cumplir seis meses por haber incurrido en resistencia a la autoridad y pagar 10.000 euros a la víctima, de los que casi 4.000 son por el tiempo que tardó en curarse y el resto por las secuelas y daños morales sufridos.

Aquella noche el procesado, que desde que ocurrieron los hechos se encuentra en prisión, se cruzó con la víctima a las cuatro de la madrugada cuando se dirigía a una parada de taxis situada en la Playa de Las Vistas, en Los Cristianos tras celebrar la noche de las hogueras. En ese momento sacó una navaja y con la finalidad de atacar al joven de 21 años lo cogió del cuello y tiró al suelo. Fue entonces cuando le propinó varios pinchazos que causaron diversas heridas, alguna de las cuales llegó a tener hasta cinco centímetros de profundidad.

La víctima consiguió tirar al agresor sobre la acera, aunque al percatarse este de que miembros de la Policía Nacional habían acudido al lugar, se desprendió de la navaja y huyó. Cuando fue interceptado por los agentes debidamente uniformados intentó dar un puñetazo a uno de ellos, golpe que este logró esquivar, siendo finalmente detenido.

El perjudicado requirió para la estabilización de una primera intervención por parte del cirujano de guardia, dado que se había visto afectada la región torácica izquierda y la del pelvis derecha.

Todo ello precisó de un internamiento hospitalario durante dos días para curarle las lesiones, llevar a cabo una valoración por parte de los especialistas, realizar exploraciones físicas, pruebas complementarias, tratamiento sintomático y médico quirúrgico, consistente en reposo relativo y asistencia diaria en un centro sanitario para que fuera posible una cura adecuada.

En total, todo este proceso se alargó por 38 días en los que la víctima estuvo potencialmente impedida para realizar actividades laborales o habituales y de los que dos permaneció ingresada. A día de hoy continúa sufriendo un perjuicio estético ligero consistente en cicatrices en el tórax.

Durante el juicio, el acusado declaró en todo momento que no conocía al denunciante ni lo había visto nunca, que no recordaba nada de lo ocurrido aquella noche aunque sí admitía que la navaja encontrada era suya. Aseguró que no consumía drogas y también negó que hubiese atacado a la Policía.

En el momento de los hechos el procesado se encontraba condenado por sentencia firme emitida en 2015 por un delito de amenazas que se concretó en ocho meses de prisión, pena que estaba en suspensión durante tres años con la condición de que no incurriese en ningún delito durante este tiempo. Por ello, en la actualidad sigue privado de libertad.

El magistrado tuvo en cuenta en la imposición de la pena, que es recurrible ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC), "la declaración sincera y serena de la víctima" durante la vista oral y que no solo no conocía al agresor, sino que, incluso, le costó identificarlo. Por su parte, el condenado alegó que solo tiene "destellos" del percance debido a que esa noche había tomado varias copas. Sin embargo, de la declaración de los agentes que lo detuvieron se desprende que en ningún momento detectaron síntomas de intoxicación etílica.