La Audiencia Provincial impuso a un menor la pena de dos años de internamiento terapéutico de naturaleza psiquiátrica, psicológica y para deshabituarse a las drogas, en régimen semiabierto y a otros veinte de encierro en un centro, seguido de un período de cuatro meses de libertad vigilada, acompañada de tratamiento para dejar las drogas.

Todo ello, al considerarlo, tanto la Audiencia como el Juzgado de Menores, autor de un robo con fuerza en una casa habitada que tuvo lugar el 11 de agosto de 2016. Aquel día el menor, nacido en 1999, se dirigió a una vivienda de Santa Cruz y, tras trepar cerca de 4,5 metros, violentó la ventana que daba a la cocina y robó dos televisores de pantalla plana. La petición de absolución se basaba en que solo se habían encontrado una huellas suyas, dado que el menor argumentó que no se acordaba dónde había estado aquel día. Durante el juicio un policía indicó que hallaron marcas de sus dedos en toda la casa, lo que el joven atribuye a que en su momento ayudó a efectuar una mudanza. Este argumento es negado tanto por la dueña de la casa como por su hija, quienes aseguran que jamás han realizado un cambio de muebles. La propietaria renunció a cualquier tipo de indemnización.

El menor cuenta con numerosos antecedentes por delitos cometidos tanto en Santa Cruz como en Las Palmas de Gran Canaria, y hasta el pasado mes de diciembre, cumplía internamiento terapéutico para deshabituarse de los tóxicos en régimen semiabierto. Sin embargo, al incumplir las medidas acordadas, fue internado en un centro de Las Palmas de Gran Canaria, donde se ha detectado que presenta "una clara involución". El condenado es el menor de tres hermanos fruto de una relación de su madre con un hombre ya fallecido. Su progenitora cuenta con otros dos hijos, uno de los cuales está en situación de desamparo. En los últimos años ha permanecido en centros de Ofra y en el Juan Carlos I. En todos ellos se han detectado frecuentes fugas y se ha concluido que padece una patología psicológica compatible con trastorno disocial, por el que ha recibido tratamiento. Igualmente, se ha producido un importante índice de absentismo escolar, desmotivación y abandono, aunque en uno de los centros se comprobó que acudía a clase con regularidad, presentaba un rendimiento escolar ajustado y mostró interés en estudiar peluquería. No obstante, poco después incurrió en un estilo de vida "altamente desorganizado y perjudicial" y una evolución negativa durante sus estancias en centros de protección. A la vez pasaba su tiempo con jóvenes en riesgo social, consumidores de tóxicos y con comportamientos contrarios a la norma. En concreto, tomaba de forma abusiva hachís y alcohol.