Por unanimidad de los miembros del Tribunal del Jurado, Alexander R.R. y Sandra Pentón fueron considerados culpables del asesinato del empresario tinerfeño Raimundo Toledo, el 15 de diciembre de 2015.

Ambos eran amantes y en el caso de ella pareja del sobrino de la víctima, mientras que él trabajaba en la casa de ambos. Alexander, además, es responsable de detención ilegal, robo del coche y su incendio, por lo que la Fiscalía y las acusaciones solicitan para él un total de 32 años de prisión.

A Sandra se le atribuye detención ilegal, incendio y simulación de delito, al denunciar la desaparición del coche en el que vigilaron a la víctima, por todo lo cual se le piden 29 años.

En cuanto al tercer imputado, Diego Claudio G.G., el Tribunal Popular lo considera responsable de detención ilegal, así como robo con premio y recompensa, de manera que la pena sumaría 10 años.

La Fiscalía y las acusaciones particulares, ostentadas por Antonio González Casanova y Candelaria Robayna, piden que todos ellos afronten una responsabilidad civil de alrededor de 200.000 euros.

Las defensas consideran que se deben aplicar las penas mínimas.

Los miembros del Jurado, tras dos días de deliberaciones, tomaron como elementos para concluir en esta condena el reconocimiento que un policía de la Unipol de Santa Cruz de Tenerife que estaba fuera de servicio hizo de Alexander mientras esperaba frente a la casa de Raimundo.

En el vehículo allí abandonado se encontraron huellas de él y de Diego. Otro tanto ocurre con el seguimiento de los móviles que lo sitúan en este punto y en el mirador de la Centinela, en San Migue, donde se quemó el coche con el cadáver en el maletero. El Jurado da credibilidad al testimonio de los peritos, quienes aseguran que el empresario murió a causa de los fuertes golpes que le dio Alexander.

Diego reconoce que cobró dinero por realizar los seguimientos al coche del empresario varios días y cuando fue secuestrado, pero no se tiene en cuenta su supuesta toxicomanía.

En el caso de Pentón se da credibilidad al testimonio de su expareja, quien aseguró que era ella la que manejaba el dinero de la casa, lo recogía una vez al mes y cuando lo necesitaba de la gasolinera propiedad de la víctima. Es responsable de comprar el coche con el que se realizó la vigilancia y un arma simulada.

La policía cuantificó en casi 400 las llamadas realizadas entre ambos amantes en apenas dos meses.