Ramón G. N. trabajó como camarero hasta 2011, momento en el que a causa de su adicción a las drogas se convirtió en un indigente. Su particular descenso a los infiernos le llevó a que en 2013 fuera condenado a siete años de cárcel por considerarlo la Audiencia Provincial autor de un intento de asesinato. La víctima fue otro hombre sin recursos que salió en defensa de una mujer que quería ocupar el sitio en el que el acusado pedía dinero en la iglesia de El Pilar, en Santa Cruz. Pero el destino quiso que mientras permanecía cumpliendo condena en Tenerife II otro interno le asegurara que conocía tanto al hombre que resultó apuñalado, como a las personas que en el juicio declararon en su contra.

Este preso le dijo que tenía constancia de que aquel día se habían puesto de acuerdo para "darle un escarmiento" por no dejar que nadie se pusiera en el puesto que consideraba suyo en la entrada del templo. El objetivo era que todos le atribuyeran la responsabilidad criminal cuando lo cierto es que, tal y como siempre defendió Ramón G. N., en realidad lo que hizo fue defenderse.

Se trata de una versión que también podría ratificar el párroco de la iglesia, que fue testigo de lo ocurrido. El propio acusado aportó ante el Tribunal Supremo (TS), como documentos, fotocopias legitimadas de manera notarial de las manifestaciones hechas por el otro interno en el mes de agosto y octubre de 2013.

Sin embargo, el TS ha rechazado revisar la causa y anular la condena. Una postura que también sostiene la Fiscalía, que en su momento dictaminó que las nuevas pruebas aportadas "no evidencian la inocencia" del reo. El Supremo mantiene que estos argumentos tenían que haber sido presentados en el momento oportuno y que no es otro que cuando se celebró el juicio.

Durante la vista declararon testigos presenciales y agentes de la policía nacional y se estudiaron las pruebas periciales de la policía científica y de los médicos forenses. Al final se llegó a la convicción "razonada y razonable de que los hechos habían sucedido tal y como se describen en la sentencia". El fallo fue emitido a principios de 2013, de manera que en la actualidad Ramón G. N. está a punto de cumplir la condena.

Los hechos tuvieron lugar sobre las 17:00 horas de un día del mes de marzo de 2011, cuando el entonces condenado inició una pelea con una mujer que ocupaba el sitio en el que él ejercía la mendicidad. Por esta razón la empujó, momento en el que acudió a defenderla una amigo de ella, y quien según la sentencia intentó apaciguar los ánimos y explicarle que todos tenían derecho a ocupar este lugar.

La sentencia relata que el acusado sacó de su bolsillo una navaja de 12 centímetros con la que pinchó en dos ocasiones en el costado izquierdo a la altura del pecho y en la zona axilar del hombre. Cuando este intentaba huir le volvió a apuñalar por detrás a la altura del pulmón y a continuación entró en la iglesia de El Pilar, donde fue localizado poco después por la policía. Los agentes comprobaron que tenía las manos ensangrentadas y luego encontraron el arma debajo de un contenedor de basura situado a la entrada del templo santacrucero.

Mientras, la víctima ingresó en La Candelaria para ser intervenido de urgencia, aunque sólo permaneció en el hospital unas horas, dado que solicitó el alta voluntaria. Las heridas, que se situaron donde se localizan órganos vitales, tardaron 22 días en curarse y dejaron como secuelas una serie de cicatrices. Ramón G. N. ingresó en prisión provisional y sin fianza pocos días después.

La celebración del juicio se vio complicada por la imposibilidad de citar a los testigos, casi todos ellos indigentes de rumanos sin domicilio conocido. El acusado dijo que nunca tuvo la intención de matar a la víctima.