HABLAR de Los Cristianos y no mencionar al ilustre gomero y eximio poeta sería un pecado por omisión. Conocí a don Pedro García Cabrera por los años 70, cuando él, en compañía de su esposa, adoptó la costumbre de pasar la canícula del estío sureño en la mejor playa de las Islas Canarias, por sus condiciones idóneas de situación, abrigada bahía y sol radiante, llegados de la isla de La Gomera, la única que ha acreditado la escala de los barcos que con Cristóbal Colón de almirante descubriría nuevos mundos.

Podría citar a buenos amigos que han dejado el nombre de la isla en lo más alto. Isla agreste, que conozco y quedé encantado con su belleza. A lo largo de mi vida he tenido varios y distinguidos amigos gomeros, tales como algunos miembros de la familia Trujillo: Luis Trujillo, que fue profesor de clases de Formación Política en el viejo instituto de la Plaza Ireneo González, un asiduo de Los Cristianos varios años, siempre en unión de su esposa; a su hermano don Marcos, director del grupo escolar Onésimo Redondo, en la calle de La Rosa santacrucera; a un hermano de este, el Dr. Sebastián Trujillo, afamado ginecólogo; como compañero de instituto y caro amigo, al prestigioso poeta Antonio Jesús Trujillo Armas, creo hijo de don Marcos. Y, cómo no, al Dr. Sixto Hernández Placencia, cirujano con el que compartí tareas de Cruz Roja y operó al mayor de mis hijos de urgencia en el hospital de La Candelaria en 1968. Muy grato su recuerdo. Y cómo no recordar a mi entrañable amigo, veterano periodista de EL DÍA Francisco Ayala, gomero de cuna y de corazón.

Y vayamos ya con el ilustre gomero a quien va dedicado este recuerdo de hoy sobre Los Cristianos. Se trata de don Pedro García Cabrera, creo que oriundo de Tacoronte en cuanto a su vecindad. Cada año y durante varios sucesivos acudía a este entonces lejano sur a pasar la canícula de un verano más. No tenía hijos y siempre le acompañaba su esposa. Este verano de marras creo que se alojó en casa de Sixto, en una vivienda muy cercana a la playa. Un mal día sufrió una caída y se produjo una herida en una pierna, en la región tibial anterior (léase canilla), que precisó atención médica. Le vio un galeno de la zona y al parecer la herida no sanaba, es más, empeoraba, por lo que solicitó mis servicios. Le atendí y sanó en pocos días. Me preguntó el importe de mis honorarios y le dije: don Pedro, usted a mí no me debe nada, pero sí que me gustaría que me escribiese un soneto. No me pide usted nada, el soneto es la prueba de fuego para el poeta. Pero al fin accedió, y este, de su puño y letra, lo guardo como un tesoro, e incluso lo plastifiqué con el fin de conservarlo por el paso del tiempo.

Su título, "Palinodia". No cabe la mejor duda que escribir de memoria entraña riesgos, pero a mí me resulta apasionante, y hoy, en este artículo, se me han quedado atrás dos personajes gomeros que merecen ser nombrados. Uno, el Dr. Raúl Trujillo Armas, que creo que era hijo de don Marcos y, por tanto, hermano del poeta Antonio Jesús, prestigioso médico y excelente persona; y el otro, mi recordado Diego García Cabrera, hermano de don Pedro, fundador y director de un conjunto musical, Los Huaracheros.

Muy grato su recuerdo y el de sus compañeros "el Cubano" (no recuerdo el nombre de pila), Mario "el Papelito" y Santamaría. Y vamos ya con los versos de este soneto dedicado a mi humilde persona. Este es mi homenaje a la figura de don Pedro, a una feraz tierra y a los hombres y mujeres nacidos en ella, nobles como el solar de su patria chica: "Palinodia: Nunca fui partidario del soneto, / no encaja bien con su severo empaque / el saltarín fragor de triquitraque / en que termina el último terceto. / Dicen que hay que tratarlo con respeto / que al numen del poeta pone en jaque / seguro estoy de que otro ripio saque, / para descabellar este cuarteto. / No es parto con dolor el construirlo, / es más duro sufrir una urticaria / que retaciñe el ocio de un verano. / Pero yo he descubierto un blanco mirlo / y su recia amistad de araucaria / la conserva la plaza de mi mano (Pedro García Cabrera, 2 de marzo de 1972).