Cruzar la carretera TF-655 a la altura de Cho "es jugarse la vida, literalmente". La confluencia con ella de las calles San Vicente y Macayo obliga, a conductores y peatones, a arriesgarse porque es el punto inicial o final (en función del sentido de la circulación) de una recta que concluye o comienza en una curva de poca visibilidad.

El límite de velocidad oficial en este tramo de carreteras es de 50 kilómetros por hora, pero "aquí nadie respeta eso, ni la policía". De hecho, la referida señal ha sido repuesta cuatro veces porque "los coches se la llevan por delante". Es más, "este punto es un manjar para poner multas. Se forran cuando quieren".

No hay aceras, el arcén es minúsculo o no existe (según el tramo), no hay alumbrado público, las paradas de guagua existen pero sin señalizar... "Y nadie nos hace caso. ¿A qué esperan, a que maten a alguien?".

Lo afirman vecinos de Cho, este enclave aronero en el que muchos de sus niños tienen que cruzar y recorrer esa carretera a pie para acudir al colegio situado unos kilómetros más al Sur, en Guaza. "Esto no se puede tolerar por más tiempo", comenta Julia Mora, quien asegura que "hemos hablado con concejales de este grupo de gobierno, pero solo recibimos palabras". Matiza que todavía no ha acudido al alcalde.

Los vecinos muestran su malestar por el caso omiso del que son objeto hasta ahora. "Esta carretera en este punto es un peligro para peatones y para vehículos", en alusión a la falta de "unos simples espejos" en las conexiones de las calles San Vicente y Macayo con la carretera insular TF-655.

Julia Mora incide en que bastaría la colocación de los correspondientes guardias muertos que obliguen a los coches a reducir la velocidad y un paso de peatones elevado para resolver el problema. "Estamos cansados, nadie nos hace caso y esto es una cuestión de mucha gravedad. Aquí pasará algo muy grave en cualquier instante. Hace unos días atropellaron a un ciclista en este punto, donde hay que adivinar que está la parada de guaguas".