Raúl Jausoro es argentino, pero de abuelos paternos vascos, y tiene 63 años. Hace más de una década que reside en Tenerife, una tierra a la que está agradecido porque le ha permitido trabajar y comer. Desde hace siete años, ejerce como taxista en Granadilla; lo que es lo mismo que desarrollar buena parte del trabajo en el aeropuerto Tenerife Sur. Actualmente, ejerce como empleado del dueño de la licencia 121, Pablo, a quien define como un "patrón excelente".

Raúl, que es conocido entre sus compañeros como "El Fari", ha asumido la importancia de cuidar a los turistas hasta con los detalles más pequeños, "porque esta isla vive del turismo".

Y así lo ha demostrado ya en dos ocasiones. El último caso ocurrió el pasado domingo. Dos suecos, de más de 50 años, subieron al Seat Altea y Raúl los llevó a un complejo de Las Américas. Pero dejaron su cartera con 750 euros olvidada en el asiento trasero. Poco después, avisaron a la central de taxis del aeropuerto para contar que habían perdido el dinero. En ese momento, Raúl efectuaba otra carrera. Y, cuando terminó, revisó la parte trasera y halló la cartera en el lateral del asiento posterior. Y la entregó. Los suecos se lo agradecieron con abrazos e invitándolo a un café.

Este gesto, que puede parecer simple y lógico, a veces no lo es tanto. En ocasiones, el taxista porta algún objeto o dinero extraviado por clientes sin darse cuenta y los siguientes usuarios se apropian de los mismos de forma sigilosa.

Así le ocurrió a Raúl hace dos meses. Transportó a dos rusos hasta el hotel Abama, en el municipio Guía de Isora, y estos se dejaron una tableta en el asiento trasero del Seat Altea.

"El Fari" subió a otros clientes y los llevó a unos apartamentos de Playa de las Américas. Supuestamente, estos últimos se apropiaron del objeto electrónico. Pero lo que no sabían es que la tableta tenía un dispositivo de localización que indicaba en un GPS dónde estaba el objeto.

Los rusos llamaron a Raúl y este interpretó que lo estaban acusando, pero en realidad le indicaban que su tableta estaba cerca del campo de golf de Las Américas. Y como el taxista argentino apunta todas sus "carreras", supo indicar a los agentes del Cuerpo Nacional de Policía dónde había dejado a los clientes que siguieron a los rusos. Tuvo que ir a declarar tres veces a la Comisaría del Reina Sofía, pero finalmente a los rusos les devolvieron su tableta.

Raúl señala: "No quiero el dinero que no me he ganado", y añade que, si hubiera actuado de manera diferente, por ejemplo, diciendo que no había visto la cartera y quedándose el dinero, "posiblemente no podría dormir". Raúl advierte de que los turistas que llegan a Tenerife no se pueden marchar con la idea de que los taxistas son "unos ladrones".

Además, destaca la importancia de que los profesionales del servicio público del taxi se pongan en el lugar de aquellos turistas que extravían el dinero del que disponen para pasar sus vacaciones.

Una cuestión de valores y un ejemplo

Raúl Jausoro destaca la importancia de que las personas, en su ámbito de influencia, actúen desde la honradez y la aplicación de los valores éticos.

Esa idea intenta transmitirla a uno de sus hijos, de 28 años, que trabaja en otro taxi con licencia de Granadilla. "Hay que trabajar bien, porque mal lo hace cualquiera", apunta "El Fari", en relación a los consejos que da a "los chicos". Este argentino es consciente de que resulta muy difícil luchar contra los comportamientos poco éticos de algunas personas, pero tiene claro que ese tipo de valores se asumen desde la niñez en el seno de la familia. Raúl disfruta de su familia y de la música, con su teclado y su gran colección de música de todos los estilos.