A mediados del siglo pasado, El Escobonal era una de las tres localidad más importantes de la zona Sureste de la Isla por población. Hoy su relevancia le viene heredada, por una parte, y por ser el centro de la comarca de Agache, que engloba otros núcleos de Güímar tanto en la medianía como en la costa. Fue el centro de un programa europeo dirigido a áreas desfavorecidas. Eran los años 90 del siglo pasado.

El Escobonal forma parte del paisaje agrícola tradicional del Sur de la isla. Si bien las últimas generaciones tienen su empleo (aquellos que lo disfrutan) lejos del pueblo y en actividades relacionadas con servicios y la administración, el cultivo del campo sigue siendo la fuente principal de la economía familiar de este lugar.

A seis kilómetros de la autopista del Sur (TF-1), "la capital de Agache" siempre ha mirado (como el resto de la comarca) de reojo hacia el casco urbano de Güímar. El Mirador de Don Martín simboliza una frontera que diferencia a la población güimarera. Pero el margen Sur del municipio reivindica constantemente más atención. Actualmente, la Alcaldía la ocupa una "hija" de Agache, Carmen Luisa Castro.

El Escobonal también es un lugar de segunda residencia. Cada fin de semana (o casi) se acercan al pueblo hijos y nietos de pobladores del lugar a disfrutar "de la tranquilidad del campo, del olor a la tierra, del sabor de la fruta en la finca, de los vecinos de siempre".

Esos vecinos cuentan con centros sociales, biblioteca, colegio público, farmacia, terrero, consultorio médico y cementerio, entre otros servicios públicos.

La construcción de la autopista del Sur marcó el antes y después de El Escobonal y del Agache de la medianía (como toda la zona que creció a los márgenes de la carretera general del Sur). La lejanía, aunque solo son seis kilómetros, de la costa señaló el declive de la época dorada de este entorno.

Pero la localidad conserva su idiosincrasia y una parte importante de su historia. Las ruinas de la ermita de San José (muy mal señalizadas), vestigio del templo de 1755, es un elemento patrimonial singular. También lo es la iglesia que se encuentra en la plaza de San José y que fue abierta al culto el 21 de mayo de 1862.

El Escobonal tiene tradición luchística. El terrero no fue construido en esta localidad por casualidad. El deporte vernáculo es "santo y seña" de este pueblo, en el que se ha incrementado notablemente su equipamiento público durante los últimos 25 años.

Un ejemplo es el barranco de La Puente. Fue un proyecto que tardó varias legislaturas en materializarse, pero a finales del siglo pasado quedó cubierto (con el necesario desahogo para el agua de escorrentía) pasando a formar un parque urbano (que incluye otro infantil) y un espacio para el disfrute de la población.

Octavio Rodríguez Delgado es uno de los hijos ilustres de El Escobonal. El cronista oficial del municipio y profesor de Botánica de la Universidad de La Laguna da nombre a la calle en la que nació, a propuesta del Tagoror Cultural de Agache. El 1 de agosto del año pasado fue rotulada esa vía como reconocimiento a su labor constante como defensor y divulgador del municipio y del patrimonio histórico y natural.

LA RADIOGRAFÍA

Nombre

El Escobonal es el último núcleo poblacional del municipio de Güímar, fronterizo con Fasnia a través del Barranco de Herques. Esta población recibió el nombre como consecuencia de la gran cantidad de escobones que encontraron los conquistadores en la zona a su llegada a la isla. Ya en el siglo XVIII, este lugar era conocido como El Escobonal, aunque el topónimo guanche para este entorno era el de Chimaje.

Población

La evolución demográfica ha sido desigual. Si bien durante la mitad del siglo pasado era uno de los sitios más poblados, actualmente ronda los 900 vecinos censados, después de un primer lustro del siglo XXI de crecimiento (casi hasta el millar), pero ha vuelto a decrecer.

Reseña histórica

"Antes de la Conquista, Agache formaba parte del menceyato de Güímar, junto con el resto del municipio que conserva ese nombre, más los actuales de Candelaria, Arafo y Fasnia. En esta comarca habitaba una considerable población guanche de carácter nómada, al ser una zona pastoril de trashumancia permanente. El pastoreo se iba trasladando a lo largo del año de la costa a la cumbre, dependiendo de la alimentación del ganado y, por consiguiente, de las estaciones, lo que dio mayor gran importancia a los caminos verticales.