A 630 metros sobre el nivel del mar (a unos ocho kilómetros de la autopista del Sur), el casco urbano de Arona refleja la serenidad propia del aronero de la medianía, marcado por el trabajo diario de la labranza y la lucha contra los elementos. Eso fue hasta que la TF-1 (ocurrió a finales de la década de los 70) desplazó la actividad económica, el empleo y el desarrollo hacia la costa. Comenzaba otra historia.

La localidad es el centro administrativo del tercer municipio de la Isla (el quinto de la Comunidad Autónoma) por censo poblacional, pero no está entre las 10 núcleos más poblados del lugar. Con una cifra superior a los 2.600 habitantes, se mantiene en torno a esa cifra desde el año 2003, si bien después del ejercicio de 2010 el movimiento censal ha oscilado escasamente a la baja.

Arona es un lujo. El casco del pueblo cuenta con la catalogación de Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Conjunto Histórico, por Decreto del Gobierno de Canarias de 2 de abril de 2007. En el mismo hay "un conjunto de inmuebles de gran valor histórico, etnográfico y arquitectónico". Arona, Las Casas, Montaña Frías, Sabinita Alta, Túnez y Vento forman el grupo de núcleos que integran la localidad.

La agricultura fue su fuente de sustento durante la mayor parte del siglo pasado, hasta que llegó el desarrollo urbanístico al amparo del turismo. Fue a finales de la década de los setenta del siglo pasado. Ahí, la mano de obra local fue abandonando la huerta para incorporarse tanto al cemento como al servicio al turista. Actualmente, la actividad comercial y de servicios es la que predomina, al igual que en el resto de un municipio que tiene a más del 60% de su mano de obra empleada en ese sector.

Arona tiene de todo, especialmente "calidad de vida". Bueno, le faltan aparcamientos, por ejemplo. Pero la dotación pública se corresponde con la propia de un núcleo administrativo, es decir, "tenemos la necesaria". Cierto que el edificio del ayuntamiento "marca el desarrollo de la vida de esta localidad, así como los servicios del entorno, pero el casco de Arona es mucho más que la Casa Consistorial". Alfredo, a sus más de 70 años, considera que la Arona de hoy "sigue recordando algo a la de mis padres, salvando el tiempo y las circunstancias". Este núcleo nunca fue el importante de la comarca sin la TF-1. Granadilla de Abona y hasta Valle de San Lorenzo tenían prioridad sobre el casco aronero. "Pero todos tienen que reconocer que hay muy pocos lugares en este Sur que tengan el encanto de este", señala Francisco Jesús, un profesional por cuenta propia. "Aquí el calor es calor y el frío es frío", apostilla Margarita, para quien "los aroneros debemos estar orgullosos de este pueblo que tenemos. Desde aquí miramos la costa con distancia y sin anhelo. Somos unos privilegiados".

Nombre y situación

Con 8,1 kilómetros cuadrados de superficie, la localidad de Arona fue bautizada con un topónimo de procedencia aborigen. Linda al Norte con La Escalona, limita al Este con Valle de San Lorenzo, mientras que al Sur se encuentra con La Camella, limitando al Oeste con Ifonche y Benítez. Arona, el pueblo, se encuentra a 630 metros sobre el nivel del mar.

Población

Sumando los vecinos de sus seis núcleos, la localidad supera los 2.600 habitantes, si bien el casco urbano exclusivamente ronda las mil personas censadas. Vento es el lugar que le sigue en esta clasificación, con unos 600.

Servicios

Además del Ayuntamiento, cuenta con una comisaría de la Policía Local, el Centro de Educación Infantil y Primaria Oscar Rodríguez, Correos, el campo municipal de fútbol Fernando Pérez, un centro social, un casino, la iglesia de San Antonio Abad, la capilla del Calvario, la iglesia de Santa Teresa de Jesús Jornet Ibars (en Túnez), la ermita de San Andrés (en Las Casas), centro de salud, plazas, un parque público, parques infantiles, comercios, bares y restaurantes y el cementerio.

Fiestas

En honor de San Antonio Abad y la Virgen del Rosario, se celebran en octubre.

La iglesia parroquial de San Antonio Abad, en su actual configuración, fue erigida a finales del siglo XVIII y reedificada en el XIX, en el lugar que ocupara la antigua ermita. De planta basilical, cuenta con una capilla en el lado derecho destinada a baptisterio, realizada en el siglo XX. En su interior se destaca, el retablo del altar mayor, trasladado en 1840 del convento franciscano de Adeje y la primitiva imagen de San Antonio Abad, de finales del siglo XVI y principios del XVII.

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