Mañana ya no abrirá su negocio porque este lunes comienzan los trabajos para demoler las ruinas del edificio Julián José, el que colapsó el pasado 14 de abril en Los Cristianos con el resultado de siete personas fallecidas y tres heridas. Los vecinos estarán hasta el 25 de julio próximo sin poder acudir a "El Zapatero". Walter Vam Haaren no se estrujó el cerebro para bautizar su establecimiento, pero "me va de puta madre". Y así, desde hace 25 años que empezó con esta actividad. Antes se había dedicado a otras tareas, pero recuperar los zapatos de la gente "no entiende de crisis".

Holandés de nacimiento, "el rápido" o "chiquitín", como le llaman sus clientes, conocidos y amigos en Los Cristianos, es un personaje de este pueblo marinero y turístico del Sur más internacional y cosmopolita.

Walter estuvo en Tenerife durante un tiempo buscándose la vida, hasta que "un buen día decidí retornar a Holanda". Pero allí "me sentía inquieto, necesitaba este sitio, quería volver, siempre pensando en volver". Y volvió. Entonces fue cuando comenzó a ejercer como zapatero en su propio negocio.

Los clientes que pasan por "El Zapatero" durante los minutos que estamos allí transmitieron familiaridad, una cercanía que Walter "se ha ganado con el tiempo. Es un tío grande". Y Vam Haaren responde de igual modo. Hasta cuando tiene que decirle no al cliente porque no es un trabajo para él. "Pero puedes ir a (...), que ellos tienen unos tintes buenos y saben tratar este tipo de material". Todo por la clientela.

Mañana comienza oficialmente sus vacaciones. Aprovecha que está obligado a cerrar durante 15 días, al menos, para marcharse a Europa. Pero su destino no es Holada. "Me voy a Italia, a bacilar". Porque esa es otra de sus características. El buen humor. No pierde la sonrisa ni cuando dice "no puedo mirarlo, es terrible", refiriéndose al hueco que hoy constata que en el número 12 de la calle Amalia Alayón de Los Cristianos hubo un edificio hasta hace apenas dos meses. "Fue un golpe muy duro". Ahora sí se pone algo taciturno.

Pero este hombre de mundo cambia el chip de inmediato, cuando aprovecha para decir que también se dedica a la música. De hecho, en Italia "me voy a dedicar a tocar un poco la guitarra". Y aquí, en la Isla, participa en un grupo musical. Bautizado como Entre Líneas, con sus compañeros lo mismo le dan al rock que al funky, al blues y hasta al reggae en bares y hoteles "y allí a donde nos lleve la música". No se aburre.

Los Cristianos "ha cambiado mucho en 25 años". Este pueblo se parece muy poco al que conoció, aunque ya entonces estaba en pleno desarrollo turístico y con el "boom" urbanístico a punto. "Cuando llegué, yo aparcaba mi coche en la puerta del negocio, dejaba las llaves puestas y todo tranquilo; ahora doy vueltas y vueltas y me cuesta aparcar". De la seguridad, mejor ni hablar.

Walter Vam Haaren, holandés, zapatero y músico, tiene claro que seguirá trabajando como zapatero, que es un oficio "agradecido" y su experiencia en esta sociedad, muy castigada por la crisis económica que comenzó en 2008, "es que tengo la fortuna de vivir sin conocer lo que es eso", ratificando con ello que "hay que aprovecharlo todo cuando no hay dinero para algo nuevo".

En una esquina de una calle bastante transitada, en un local pequeño que huele "a las zapaterías de siempre" y que presenta el "desorden ordenado" de esas "zapaterías de siempre", Walter, "chiquitín" o "el rápido", echa el cierre provisional para descansar y disfrutar hasta el 25 de julio. Después, el holandés volverá.