Bajo la Cuesta sigue unido. El barrio candelariero se reunió durante la tarde y noche de ayer en la explanada situada junto a la central eléctrica de Las Caletillas, en la entrada a la calle del núcleo del que fueron desalojados el jueves. Según transcurren estos primeros días, "nos vamos cabreando más" porque, cuentan, "cada minuto tenemos más claro que este gobierno municipal está improvisando permanentemente y demostrando que para ellos somos molestos, un problema más". Y otros, directamente, "nos tenemos que buscar la vida porque se cobijan en la literalidad de la norma para dejarnos de lado".

Entre las 55 familias afectadas por este desalojo forzoso y provisional -"no tenemos nada clara esa provisionalidad", manifiestan- están Ramón y Lucy, una pareja a la que el gobierno candelariero no aporta ayuda porque tienen una vivienda en Galicia. "Vivimos aquí, tenemos una hipoteca de esta casa y trabajamos aquí desde hace muchos años (casi 15), pero no tenemos derechos". Sus enseres están en el garaje de un amigo, lo mismo que su perro, y ellos, también. El retorno a la Península no está descartado, aunque sus convecinos esperan que no.

El caso de Rebeca "es de esos que puede sintetizar lo que somos Bajo la Cuesta para este ayuntamiento". Con vivienda en el barrio, tiene a su cargo a Enea, una perra presa canaria de tres años que padece epilepsia y requiere cuidados y control constantes. Ni el desalojo impidió que a su hora, ya desalojados, tuviera el agua, la comida y la medicación. Fue la "estrella" del momento del hasta luego. "Aquí vivíamos felices, con todo lo que necesitábamos". De ella, de Enea, "sí tiene constancia este ayuntamiento, porque está registrada, censada; yo lo he intentado muchas veces y no me han dejado. En mi casa vive mi perra, pero yo, no, según el censo".

Juan es una de las caras paradigmáticas del lugar. Vive en Bajo la Cuesta desde finales de la década de los años 70 del siglo pasado. "Los que estamos aquí no somos ninguno unos mangantes ni unos delincuentes y nos trataron así". La alcaldesa fue y es el objetivo central de las críticas del vecindario. "Ella nos conoce desde siempre y ahora lo que hace es dejarnos en la calle y tratar de sembrar dudas".

Carmela tiene casa en Igueste de Candelaria, pueblo de procedencia de la alcaldesa. En ella reside su hijo y en ella pasan muy cortas temporadas esta anciana y su esposo, Florentino, aquejado de alzhéimer. "Pregunta constantemente cuándo nos vamos pa'' la playa". La playa es Bajo la Cuesta, el lugar donde reside desde hace más de una década. Carmela no abandonó ni a la cría de gato en el momento de salir del barrio. "No entiendo por qué Mary Brito nos está haciendo esto a la gente de su propio pueblo".

La inquietud reina entre los vecinos de Bajo la Cuesta. "Ahora vivimos de rumores", señalan, explicando que "dicen que tenemos que dejar el hotel el lunes y también dicen que las obras en el talud empezarán en una semana". Desde el gobierno municipal se asegura que quienes están alojados en el hotel Punta del Rey, de Las Caletillas, permanecerán en el lugar "hasta que se resuelvan las ayudas y consigan alojamiento alternativo".

Antonio Oliva es el presidente de la asociación vecinal que lleva el nombre del barrio y lo tiene muy claro: "Sinvergüenzas son un rato. Se han preocupado solo de desalojar. Lo demás todo es improvisación. Responden según apretamos nosotros y nuestro abogado".

Carmela

Hace una década que habita con su esposo enfermo en el barrio

Luci

tiene otra casa en galicia