El colectivo Tabona, conocedor profundo de la historia y las circunstancias de los barrancos de Güímar, está "descontento" con la aplicación de la sentencia firme que condenó a los empresarios extractores de áridos por lo que se define como "el mayor delito ecológico" registrado. Partiendo de que la regeneración del lugar que contempla la condena debe hacerse, para el aprovechamiento de este recurso formulan propuestas "muy alejadas de la fantasía, de bajo coste y de beneficio social y ecológico".

Como de lo que se trata es de plantear iniciativas "factibles", Tabona centra la suya en la creación de una zona recreativa de dos hectáreas (unos 20.000 metros cuadrados), en habilitar un parque temático agrario y ganadero "a modo de museo de cultivos tradicionales y modernos de la zona y que sirva, además, de banco de semillas locales y de recuperación de cultivos en riesgo", además de implantar una red de senderos para la práctica del senderismo y deportes de naturaleza que conectaría los lugares de interés en el área de los barrancos.

Pero la "apuesta más relevante" es la creación del bosque termófilo, pensado como un espacio para "restablecer un ecosistema casi perdido en la Isla". De complemento, un jardín botánico específico de flora canaria y de la Macaronesia. Naturalmente, se precisa una depuradora ecológica de humedal, con lechos filtrantes que abastecería al bosque termófilo y todo el entorno.

Pero Tabona entiende que lo prioritario es la limpieza de los barrancos y la eliminación de los vertederos clandestinos, "para lo que no se precisa perder más tiempo esperando al cumplimiento de la sentencia".

Tabona advierte de que la gravedad del deterioro de este espacio, que produce numerosos y diversos impactos ambientales y ecológicos, "requiere un plan de prevención de riesgos por avenidas" y de informar a la población de El Puertito sobre el mismo.

"Buscamos el beneficio para la población local, restablecer la actividad anterior a los áridos y propiciar un desarrollo ordenado".