La segunda jornada del juicio por la muerte de dos personas a raíz de los desprendimientos que tuvieron lugar el 1 de noviembre de 2009 en la playa de Los Guíos, en Santiago del Teide, trajo consigo momentos especialmente duros. Sobretodo cuando declararon las personas relacionadas con los fallecidos. En primer lugar lo hizo el hijo de la anciana inglesa, quien aseguró que no había una zona delimitada ni cartel que advirtiese de desprendimientos. Declaró que ningún policía o socorrista les dijo que no podían estar en el lugar donde ocurrió la tragedia. Los acontecimientos se precipitaron en un segundo; justo el tiempo que empleó en consultar la hora después de que se la preguntara su madre. Entonces oyó un ruido atronador y cuando se dio la vuelta la víctima había quedado totalmente cubierta por los escombros.

Contundente fue el testimonio de la madre de la otra joven que falleció ese mismo día. Apenas pudo responder a las preguntas por la emoción que le impedía hablar pero al final pidió permiso a la juez para lanzar un mensaje claro: "Esas cuatro personas que están sentadas en el banquillo de los acusados son los que mataron a mi hija. Cada uno con sus respectivas responsabilidades al desatender a sus competencias y actuar con mala fe y desprecio absoluto. Abrieron una puerta por la que entró mi hija". Desde que ocurrió la tragedia está sometida a un fuerte tratamiento psiquiátrico: "Tengo muchas secuelas, veo peligros por todos lados, todo me da miedo, no puedo ni montar en un coche". Su dedo apuntaba a los cuatro imputados: el exalcalde Juan Gorrín, al exjefe de Costas Carlos González y a los técnicos municipales José J. R. y Celso G., para los que se piden entre tres y cuatro años de cárcel.

El novio de la joven fallecida relató que el derrumbe se produjo cuando él se estaba bañando y también aseguró que no había ninguna señal ni zona restringida en toda la playa. Apenas vio un trozo de cinta pegada al acantilado, pero pensó que hacía referencia a alguna cuestión relacionada con la jardinería. No ha requerido tratamiento psicológico pero desde entonces le asalta una pesadilla recurrente: una montaña se le cae encima. Las dos fallecidas apenas estaban separadas por unos veinte metros.

La cuestión del balizamiento fue uno de los asuntos centrales de la sesión de ayer. Casi todos coinciden en que la cinta desaparecía cíclicamente a causa de las embestidas del mar y en que no había una persona encargada de reponerla. En cuanto al cartel, también la mayoría de las declaraciones apuntaban que estaba en mal estado y recogía en español una advertencia general sobre el peligro de desprendimientos. Todo ello junto a una serie de recomendaciones habituales en estos espacios, como que no se permitía la entrada de animales o los juegos con pelota.

Por la zona del talud transcurre un canal que se construyó sin permiso y que quedó destrozado a causa de los derribos. Las defensas alegan que su rotura y la consiguiente pérdida de caudal fue la causa de la caída de las piedras. El jefe de los bomberos indicó que desde que empezaron a registrarse los primeros desprendimientos elaboraron informes que, sin duda alguna, llegaban al exalcalde.

Por su parte, el entonces jefe de la Policía Local aseguró que este último estaba al tanto de la gravedad de la situación, pero lo acusó de no haber tomado las medidas que hubiesen sido necesarias. El abogado de Gorrín apeló a una posible enemistad entre ambos después de que el exalcalde lo destituyera.

Uno de los pocos balones de oxígeno de los que pudo disponer el exalcalde Juan Gorrín en la sesión de ayer vino de la mano del responsable del mantenimiento de la playa. Dijo que aquel día Los Guíos estuvo cerrada hasta mediodía por el mal estado del mar, pero curiosamente fue la única persona que aseguró con cierta rotundidad que la zona peligrosa había sido acotada aunque la cinta estuviera en mal estado. Contó que llegó a advertir a una mujer extranjera de que no podía, permanecer en el interior pero no recuerda si le hizo caso.