La fundadora de la empresa MENA Alliances Group, Abeer Abu Ghaith, primera empresaria de alta tecnología en Palestina, ha detallado hoy en un simposio los retos a los que se ha enfrentado desde su niñez en un campo de refugiados en Jordania hasta llegar a ser la emprendedora de ahora.

Considerada una de las cien mujeres más influyentes del mundo árabe, su proyecto consiste en poner en contacto a ciudadanas de Oriente Medio con empresas para que trabajen en áreas como el desarrollo de páginas web, la mercadotecnia digital o servicios de traducción, gracias al uso de redes sociales y nuevas tecnologías.

Su sueño es crear más de un millón de oportunidades de empleo para mujeres, ha declarado hoy en Málaga durante su intervención en la décima edición de "EmpoderaLive", que reúne a líderes internacionales expertos en tecnologías cívicas para la innovación social.

La infancia de Abeer Abu Ghaith estuvo marcada por el campo de refugiados donde nació, en el que permaneció hasta los 12 años y en el que se educó en una escuela de la ONU, con clases abarrotadas con más de cuarenta alumnos.

Durante esta época comenzó a soñar con el futuro y preguntarse qué podía hacer para salir de esa situación al objeto de mejorar la vida de los demás, ha explicado.

Pero ya desde pequeña comenzaron los retos, principalmente por ser mujer, ya que le preguntaban por qué estudiaba tanto si al final iba a acabar cocinando para su marido. Ella no podía aceptar eso, por lo que continuó su formación con excelentes resultados académicos.

Al llegar a la universidad decidió que iba a cursar ingeniería de computación -la más difícil que se ofertaba según le dijeron- debido a que se considera una persona que adora los retos y porque buscaba probar que ella y las mujeres pueden hacer cualquier cosa que quieran.

A pesar de que se graduó con honores, no consiguió encontrar trabajo en casi dos años, ya que -al ser mujer- la mayoría de la gente no la creía; lo que también le ocurrió cuando logró su primer empleo como profesora en la misma Universidad donde estudió.

Esta emprendedora -que se expresa en inglés- ha contado que en el primer día de clase la mayoría de alumnos abandonó el aula al comprobar que serían educados por una mujer, solo dos se quedaron.

Frente a esta situación, se planteó no dejar pasar esta oportunidad e impartió su clase a los dos estudiantes que le quedaban, los mismos que consiguieron convencer al resto para que volvieran al aula. Al finalizar el curso, todos acabaron por pedirle que les enseñara más materia.

Durante sus trayectos a la Universidad se le ocurrió la idea para su empresa, al tardar muchas horas en desplazarse desde el pueblo donde vivía -cerca de Hebrón- hasta la ciudad de Ramala, un viaje que dura tanto por los puestos de control militares de Israel, donde también puede jugarse la vida.

No era la única que tenía este problema -ha explicado-, al que se suma que las palestinas se enfrentan a un mercado que carece de oportunidades laborales por su pequeño tamaño e incapacidad para absorber la cantidad de estudiantes que se graduan.

Por estos motivos pensó en usar las nuevas tecnologías para superar estos retos, ya que internet no tiene puestos de control, y así comenzó con un portátil desde su casa hasta conseguir en menos de tres años más de 400 oportunidades de trabajo.

Tras probar este modelo y su funcionalidad, expandió su empresa para cubrir Oriente Medio y el Norte de África, lo que le ha llevado a conseguir proyectos muy variados, incluido uno en colaboración con la franja de Gaza, en el que vivió momentos muy duros y lloró mucho.

En Gaza sus colaboradoras tenían que cambiar de lugar constantemente por la continua falta de electricidad y la inseguridad que se vivía, incluso le llegaron a decir que si sobrevivían entregarían mañana su trabajo.

Durante el tiempo que duró aquel proyecto, Abeer trabajó más de 20 horas diarias durante casi tres semanas. Para ella su empresa es algo más que negocios, trata de dar esperanzas a la gente.