Antes de ser consciente de su don, Alba ya tenía contacto con espíritus a los que trataba como a personas del mundo real. La primera vez que se dio cuenta de que los demás no veían lo mismo que ella fue cuando murió Nicolás, un compañero de colegio. Aquél día no supo cómo podía ayudarle y Nicolás se perdió en las sombras. Ahora, muchos años después, el pequeño vuelve de donde nadie ha vuelto para reclamar otra vez la ayuda que entonces no recibió