Viene de la Feria del Libro de Bogotá, Colombia, y el viernes estará en Garachico, donde se dará cita con el timplista Benito Cabrera para protagonizar "Amor no son sólo lágrimas", uno de los conciertos estrella de Los Caprichos Musicales de la Isla Baja. Ernesto Rodríguez Abad es un trotamundos de la narración que ahora presenta "Escritos en la corteza", un conjunto de trece relatos publicados por Alfaguara que tienen como denominador común los árboles, depositarios de la humana idea del tiempo.

¿Qué motivos tocas en estos relatos con relación al árbol, símbolo de continuidad y fuente de vida, como sugiere, por ejemplo, el cine de Terrence Malick?

Escribir es plasmar tu visión del mundo, del ser humano, de la vida... Empecé este libro hace unos años. Fui comprobando que los árboles tienen mucha relación con determinadas historias. Parto de una idea de la relación entre ser humano y mundo vegetal. Desde las "Metamorfosis" se habla de la transformación de Dafne en árbol, así que esta relación nos viene de la tradición grecorromana, anclaje de nuestra cultura. Creo que mis cuentos además son un grito que hace que miremos hacia la naturaleza.

Ese grito, ese mensaje apremiante para salvar el medio natural, ¿a quién está dirigido?

No intento moralizar, ni creo que sea esa la función de la literatura. Quiero crear mundos en los que navegue el lector. Cuando escribo para jóvenes tampoco intento crearles un pensamiento, ni adoctrinarlos. Lo ideal es que aprendan a pensar con libertad. Creo que esta sociedad no nos enseña a meditar. Me sentiría contento si mis palabras provocan en alguien alguna reflexión.

¿Esperas que la edición de Alfaguara garantice a estos relatos una repercusión más amplia?

Creo que cuando decidimos publicar estamos buscando un público, cuanto más amplio mejor. Una editorial como Alfaguara ofrece una proyección, pero también calidad y cuidado en la edición. Es importante llegar a muchos sitios, pero igualmente fundamental resulta no dejar de buscar. La vida es intentar llegar a quimeras, a ideales. La literatura debe ser una inquietante pregunta que nos haga caminar.

¿Qué lo ha llevado a la Feria del Libro de Bogotá?

Me lleva o me trae siempre la pasión por la literatura. La editorial Diego Pun ha expuesto sus libros en la feria de Bogotá, que se cuenta entre las más importantes de América. Viendo ferias como estas, en las que la gente paga entrada y que están llenas de público, tanto infantil como joven y adulto, uno piensa que no todo está perdido. Hay muchas personas que aún se preocupan por el arte, el pensamiento, la cultura.

El Festival Internacional de Cuentos de Los Silos, a cuyo frente continúa, es una de las contadas iniciativas que no se han caído de la programación cultural de Tenerife en los últimos años. ¿Considera un milagro que pese a tanto vaivén este proyecto, único en su género, haya podido mantenerse?

Creo que el público que asiste al festival necesita las historias. Un festival, un evento cultural, no es un lujo, es una necesidad. Espero que siga ese apoyo, la verdadera pasión de un público por escuchar. Ese es el motor que nos impulsará.

¿Teme la progresiva sustitución de la narración oral, que es una manifestación tan antigua como el hombre, por el monologuista "moderno" y chistoso proveniente de la televisión?

No siento esos temores. La experiencia durante diecisiete años (del Festival de Cuento de Los Silos) viendo vibrar a un público con excelentes historias literarias, tanto de la tradición oral como provenientes de la literatura de autor, es un ejemplo de que el arte seguirá siendo fundamental para el ser humano. Las propuestas están; el público escoge. Como director tengo la responsabilidad de ofrecer calidad, de indagar en el mundo artístico y ser fiel a un pensamiento. En cualquier caso, intentaré no confundir lo artístico con los productos de consumo.