Cómo era el universo de la mujer guanche en Canarias? ¿Aún perdura esta sabiduría en las mujeres canarias en la actualidad? Recientemente ha sido presentada la nueva edición del libro "Juegos guanches inéditos" traducido al francés, y escrito por Francisco Gracía-Talavera y José Manuel Espinel. Una vida de investigación del geólogo-paleontólogo García-Talavera, que fue sorprendido por un hallazgo inédito, una inscripción geométrica en una roca cercana al Teide, que le puso en alerta sobre algunos códices ocultos, desde la época viva de los guanches en el archipiélago.

Este viajero sin fronteras comparte sus investigaciones acerca de la incidencia de las féminas guanches en el origen y desarrollo de Canarias y cita al historiador romano Plinio en sus crónicas de "las islas occidentales" en el año 79 A.C, y al origen de la población canaria sita en torno a 1000 años antes, así como la ocupación bereber o amazig del archipiélago, por diferentes factores, que supuso un punto de arranque del inicio de la historia de los guanches.

Afirma que incluso "podría haber indicios de ocupación fenicia mucho antes en Canarias, por yacimientos paleontológicos marinos, y más visitas de otras culturas. La mujer guanche era muy respetada y valorada, incluso no se la podía saludar en público, y tuvo un papel fundamental en la agricultura. Una vida paralela a la vecina mujer Tuareg y bereber en el norte de África, con un toque matriarcal". Encontramos destacados aspectos femeninos como las Harimaguadas, mujeres jóvenes, retiradas en cuevas, preparando el matrimonio, mientras el rey, Guanarteme, en Gran Canaria, mantenía su derecho de pernada. En el Hierro, Moneiba, era la deidad adorada, y sacerdotisas o adivinas como Tibiabin y Tamonante, sostenían el culto solar y lunar. La guerrera Gazmira, de La Palma, derribó a varios hombres en la conquista, y la princesa Ico se casó con un conquistador en Lanzarote en aras de unir sangre y territorios. "La escritura líbica bereber, en Canarias, se observa en figuras geométricas y juegos guanches, en los que se aprecia el conteo de cifras y ciclos temporales, así como la transmisión de esta forma de lenguaje, en el que la mujer aprende a contar el tiempo, en función de los ciclos naturales, estaciones y ritmos biológicos", señala Francisco, añadiendo que "por transmisión bereber, el culto solar y lunar era lo predominante en la cultura guanche. La deidad masculina era la luna, y el sol la femenina".

El trabajo de investigación de José Manuel Espinel pone de manifiesto el protagonismo femenino en su estudio realizado, a través de cerámicas únicas de la época, y subraya que "me llevaron a deducir la impronta femenina en la creación de éstas y la codificación numérica introducida en las piezas de barro.

En el Neolítico sahariano, hace 8.000 años, la mujer ha de desarrollar el conteo para organizar la economía y conocer los momentos adecuados para las cosechas, el pastoreo y la fertilidad. Las mujeres bereberes transmiten esta información que se gesta en la sabiduría guanche, reflejado en el tablero rayado, baka, que significa contar y calcular. Se recoge tambien en la Piedra del Jedrés en La Palma, el Druque, el Trique, y más de sesenta variantes de juegos, y en grabados rupestres".

La estimación de igualdad de género guanche es positiva, dado el espejo con la realidad Tuareg, dónde la mujer es muy considerada, a diferencia de la musulmana. La mujer canaria aún usaba los dameros para contar semillas hace 40 años, o gallinas de tres en tres, o el sistema duodecimal para los huevos. Espinel sospecha que la poliandría se dio en Lanzarote, cuando las mujeres fueron llevadas como esclavas, y los hombres turnaban estar con una mujer, dada la escasez de féminas; y el infanticidio femenino, fue motivado en Gran Canaria por la hambruna, antes y durante la conquista. "Las mujeres curanderas fueron grandes sabias y parteras conocedoras de plantas como la magarza para la piel, o el gúrmanes para la fertilidad en animales, y el madroño, para que los hombres puedan para fecundar...", concluye Espinel.