Siempre me ha gustado mucho el dicho: el diablo está en los detalles. Es ahí donde cogemos una mentira, donde se desvela la verdad y donde reconocemos la belleza intrínseca de las personas y de los objetos. En los detalles se esconde mucha información y muchas veces los detalles tienen tanta o más importancia que el conjunto.

En los detalles de un producto está su esencia. Deberíamos pensar en ello cada vez que compramos algo y, sobre todo, cada vez que hagamos algo.

En la moda, esos pequeños detalles se pueden apreciar sobre todo en las grandes marcas de prêt à-porter y, como no podría ser distinto, en la "haute couture" o alta costura.

En los dos casos, los detalles están relacionados con los materiales, los acabados, el saber hacer, con el trabajo artesano y las técnicas tradicionales o modernas que diferencian una pieza cuidada con mimo de otra fabricada a gran escala. Claro está que ese cuidado con el detalle tiene su precio, y no todos están dispuestos o tienen la disponibilidad económica para pagar por ello.

La colección de Louis Vuitton para ese invierno es un claro ejemplo de ello. La fantástica puesta en escena de Marc Jacobs para la Maison, con esas puertas desde donde salían y entraban las modelos, como habitaciones de un gran hotel, me ha fascinado, pero también me ha quitado la atención a lo que de verdad me debería importar: la ropa y los accesorios.

Pasado el desconcierto del desfile, cerrado por la aparición del diseñador, en pijama, saliendo por una de las puertas, empecé a buscar fotos de la colección. Y fue ahí, mirando las piezas más de cerca, que pude ver con todo detalle el mimo con que cada prenda fue concebida y producida.

En la alta costura, no esperamos nada menos que la perfección: los detalles son mirados con lupa en vestidos que cuestan de media unos 25.000 euros. Los materiales más nobles, la labor artesana de manos expertas y hasta 600 horas de trabajo en cada pieza no dejan nada al acaso. Todo está donde debe estar. Los acabados son impecables; las costuras, invisibles.

Pero Marc Jacobs hace "prêt-à-porter" y llevó la ropa íntima a la pasarela, con una colección de muchos encajes, tules, lanas y bordados fantásticos. En los detalles de esa colección se pueden entender la pasión y el arte aplicados a la moda. El juego masculino-femenino se hace presente en los abrigos de tamaño "oversize" com aplicaciones de lentejuelas bordadas a mano, formando barras de efecto "degradé", y dándole el toque de brillo y glamour a las gruesas telas masculinas. Las cinturas, marcadas con finos cinturones de piel, las manos llevando bolsos de pelo y pieles exquisitas, la marca de la casa. Pantalones "pijama", vestidos y sujetadores muy femeninos en seda con aplicaciones de bordados y plumas aplicadas a mano para no dañar los finos encajes. Toda una oda a lo femenino, a la delicadeza y al saber hacer artesano, con mucho cuidado a los detalles. Una colección impresionante que está ahora mismo a las tiendas Louis Vuitton.

Como no podría ser de otra forma, las "versiones" ya están en muchos escaparates. Ya he visto tops y vestidos de lencería en distintas tiendas y seguramente empezaremos a verlos por la calle dentro de unos días en sus interpretaciones más económicas.

Y aunque no te puedas permitir el lujo de tener alguna pieza de la colección otoño-invierno 2014 de Louis Vuitton en tu armario, si tienes la posibilidad de entrar en una tienda y mirar de cerca la colección, hazlo. Toca las telas y observa el trabajo y los acabados. Como si de una galería de arte se tratara, entra y déjate enamorar por los detalles. Sin duda, nunca el "prê-à-porter" estuvo tan cerca de la alta costura.