"La ironía es un arma de construcción masiva", asegura Andrés Berlanga, que vuelve a la literatura con un libro de relatos, "Sucesos", en los que con un lenguaje sugerente, misterio e ironía desvela la corrupción, la mentira y la prepotencia de los tiempos que vivimos.

Después de treinta años desde su último éxito con la novela "La gaznápira", que alcanzó once ediciones en Noguer y fue incorporada en 1994 a la colección Clásicos Austral, Andrés Berlanga publica en Amarú Ediciones el volumen "Sucesos", cincuenta relatos inspirados en noticias encontradas en las páginas de los periódicos.

Historias de un folio de extensión en las que explora la condición humana para construir un mosaico "de usos y costumbres" de la España de hoy y que aunque aparentan ser sucesos, señala en el prólogo el crítico Ramón Luján, su tratamiento es pura literatura.

"Nada es lo que parece -ha explicado Andrés Berlanga-. La realidad no es sino una interpretación, como dice sabiamente uno de los mejores poetas españoles, Paco García Marquina. Sabiendo que cada fantasía parte de la realidad y toda fabulación, de lo concreto, mi intención es que el lector admita como real lo ficticio.

Berlanga cree que no es fácil decir si hay más realidad o más ficción. "Es un todo -asegura-, pero la atmósfera de intriga desde las primeras líneas, el continuo juego del lenguaje, el humor soterrado... espero que sean literatura que haga gozar".

Escritor y periodista, Andrés Berlanga (Labros, Guadalajara 1941), se inició en la novela en 1972 con "Pólvora mojada" (Destino) y es autor también de varios libros de relatos.

En los "Sucesos" que ahora publica, la sorpresa final está ya en la atmósfera de misterio desde el comienzo, que avanza en el texto envuelta en ironía hasta un desenlace imprevisto.

"Mis relatos más socarrones, incluso sarcásticos por la burla cruel que entrañan -dice-, están pensados como ''un arma de construcción masiva'' para hacer frente a quienes destruyen -ellos sí: masivamente- la sanidad, la cultura, la educación, nuestro futuro, sin ningún recato, con desvergüenza,empleando su sarta de mentiras como única verdad; en directo, en plasma o en diferido. Es un modo de atacar su fastuoso ridículo".

El proceso de creación de Andrés Berlanga ha sido el de "rastrear cada semana 18 periódicos llamados de provincias, elegir la semilla, (el suceso), documentar real o imaginativamente ese protagonista, su mundo, su lenguaje, sus relaciones, estructurarlo; batirlo mentalmente, abandonar toda referencia escrita... y sentarme para que salga en 500 palabras. Retoco lo justo. El periodismo a veces enseña mucho", aclara.

"Hace medio siglo empecé en el periodismo haciendo sucesos. Busqué de pronto un ángulo distinto, ni morboso ni truculento, intentando ahondar en lo que se movía detrás cada sucedido menor, raro, curioso o, como decía un director granadino, ''de interés humano'', como si todo lo que ocurre en este mundo no fuera de interés humano", argumenta el autor.

"El suceso suele ser un hecho crucial que alcanza a cualquiera" -continúa-. Quiso retomar ese enfoque hace dos años, "más afilado, más cáustico" y le contó la idea a un amigo, Juan Solo, que dirige en Radio Guadalajara el ''Hoy por hoy'', quien le ofreció que los leyera en antena.

"Así me comprometí y me divertí dos temporadas seguidas; tres minutos cada miércoles", concluye.