No hay más que mirar a la calle. Los escaparates y las tiendas de ropa, ese invierno, fueron invadidos por los cuadros y el tartán. Están en todos los sitios y en todas las piezas. Desde blusas, pantalones y vestidos a bolsos y zapatos. Me pregunto cuantos de nosotros los ponemos porque nos gustan y cuantos simplemente porque es la tendencia de la temporada otoño invierno.

Las tendencias tienen sus peligros. Los que trabajamos con moda las vemos venir desde lejos. Hemos pasado por ello y volvemos a pasarlo cada temporada. Con cada fashion week aparecen nuevas tendencias que se multiplican al infinito y nos cansan antes mismo de llegar a la temporada para la que fueron pensadas. Nadie puede predecir muy bien las que se quedan y perduran y las que se esfuman tan rápido como llegan. Las rayas en blanco y negro parece que ya se fueron. El neón se ha quedado mucho más de lo que se podría imaginar, así como las cadenas doradas y los maxi collares de piedras. Y los pinchos y tachuelas, dios mío... pensábamos que nos habíamos librado de ellos pero siguen aquí, temporada tras temporada, reforzados con el punk-grunge de Saint Laurent de esa temporada.

Me parece increíble que a estas alturas todavía tengamos que decirlo, pero es así: no todo queda bien a todo el mundo. Antes de lanzarte a una tendencia, haz un breve análisis de ella. ¿Tiene que ver con tu estilo y con tu gusto personal? Y, lo más importante, ¿queda bien en tu cuerpo y te favorece? Veo a muchas personas poniéndose cosas de desentonan desde muy lejos. ¿Por qué?

Si no es compatible con tu estilo, por más tendencia que sea, no te lo pongas. Y si no es compatible con tu morfología, ni lo pienses. Te va a sentar mal y no hay tendencia que se resista a ello.

Con un poco de experiencia nos vamos dando cuenta de los colores y formas que nos sientan mejor o peor. Si no te ves capaz de ello, contrata los servicios de un personal shopper. Pero uno que tenga una buena formación profesional, además de experiencia, claro está.

El buen profesional sabrá decirte que colores te van mejor, por tu color de piel, ojos y pelo. Sabrá aconsejarte sobre el tipo de ropa y accesorios que te sientan mejor de acuerdo con tu morfología, o sea, la forma de cuerpo. Además, te enseñará a adaptar esa información a tu gusto personal. Es mucho más económico de lo que podemos imaginar y te ahorrará muchos dolores de cabeza, además de piezas en el armario que no te pondrás nunca.

No somos iguales. No podemos vestirnos igual. La moda es cada vez menos rígida y debemos aprovechar esa libertad para crear nuestro propio estilo. Por qué abrir mano de ponernos algo que nos favorece, aunque no sea la súper tendencia del momento, por algo que nos sienta fatal pero que es tendencia? Y lo que veo es que no solo los más jóvenes sucumben al canto de sirena de las tendencias. Mujeres y, ahora más que nunca, hombres se dejan llevar por lo "que se lleva".

Nada que nos quite nuestra capacidad de pensar y escoger por nosotros mismos puede ser bueno. Nada. Y la moda no es distinta. Está muy bien saber que se lleva pero lo más importante es saber lo que uno mismo puede y debe llevar. Lo que de verdad te gusta. Y lo que no. Crear el propio estilo es algo que está al alcance de todos y que surge muy naturalmente en los que de verdad utilizan la moda como un modo de expresar y comunicar su personalidad.

El diseñador y fotógrafo inglés Cecil Beaton decía que las mujeres vulgares siguen la moda ciegamente, las mujeres presuntuosas la destrozan y las de buen gusto hacen un pacto con ella. Pues hagamos un pacto con la moda: enseñemos quienes de verdad somos sin dejar que las tendencias ofusquen nuestro gusto personal y nuestro sentido común. Ya que nunca podremos (¿y queremos?) agradar a todos, al menos que lo que nos pongamos sea de nuestro agrado. Pero de verdad, sin canto de sirena. Nunca estaremos mejor que siendo nosotros mismos.