El Cabildo de Tenerife aprobó en la sesión plenaria celebrada ayer (la última del año) su presupuesto "más difícil", aunque lejos del consenso entre todos los grupos políticos. Algo previsible tras el anuncio del PSC de una enmienda a la totalidad al proyecto de presupuestos para el ejercicio 2010. De esta forma, las cuentas fueron aprobadas con los 17 votos a favor de CC y PP y los 10 en contra del PSC.

En liza como cada año, el consejero de Presidencia y Hacienda, Víctor Pérez, como máximo responsable del presupuesto (escudado por los portavoces de CC, José Manuel Bermúdez, y del PP, Antonio Alarcó) frente al portavoz del Grupo Socialista, José Antonio Valbuena, en su intento de trasladar a las cuentas del Cabildo la necesidad de un nuevo Tenerife en consonancia con la recién aprobada conferencia política de su partido vía enmienda a la totalidad.

Víctor Pérez defendió unos presupuestos "comprometidos, solidarios y creadores de empleo" y volvió a destacar sus principales características: la subida de los gastos de inversión en un 8%, la bajada de los gastos corrientes en un 11% y la bajada de los gastos de personal en un 5%. Una marcada austeridad para conseguir "un buen presupuesto para un año difícil" originado por el consabido descenso de los ingresos provenientes de los impuestos del Bloque de Financiación Canario.

Además, destacó la incorporación de una enmienda parcial de 1,5 millones de euros (que sitúa al presupuesto en los 750 millones) para la rehabilitación de las infraestructuras turísticas de Puerto de la Cruz y la constitución de un consorcio urbanístico.

Por su parte, el portavoz socialista presentó ante el respetable las bondades de su enmienda a la totalidad (esta vez presentada dentro del plazo legal a diferencia del año pasado cuando tuvo que entrar en escena el secretario de la Corporación insular, José Antonio Duque, para dirimir el asunto) con la intención de "poner el acento sobre lo que realmente importa a los ciudadanos". Valbuena enumeró la redistribución de 30 millones del presupuesto ideada por el PSC para dotar, con diez millones cada uno, a un parque insular de viviendas, un plan de lucha contra la pobreza y un plan de revitalización de las medianías.

Tras la argumentación del socialista, a la que añadió el desequilibrio inversor según el color político del municipio (un razonamiento que el consejero de Hacienda tachó de "eslogan" dada su repetitividad año tras año), el portavoz de CC, José Manuel Bermúdez, saltó al tendido dialéctico. Como casi siempre tuvo su momento de gloria ante sus correligionarios cuando espetó que la redistribución de bajas y altas de las distintas áreas que proponía el PSC no llegaba a los citados 30 millones sino sólo a 18,5, "así que haber como financiamos sus propuestas", ironizó.

Sin embargo, más tarde Bermúdez perdió puntos cuando se sumó al manido argumento del "y tú más" cuando Valbuena le habló de las "altas" tasas de paro en Canarias y él le contestó con las "altísimas" tasas de paro en Andalucía (histórico nicho de mercado socialista).

Incremento de la deuda

Con el turno de palabra de vuelta para el consejero de Hacienda, éste intentó poner contra la pared a Valbuena al preguntarle si el PSC compartía o no el incremento del endeudamiento del Cabildo para aumentar la inversión (tal y como ha hecho), incumpliendo de esta forma la ley de estabilidad presupuestaria y, en consecuencia, obligando a la Administración insular a elaborar un plan de saneamiento para alcanzar el equilibrio presupuestario en tres años. La trampa estaba en que si Valbuena respondía que no se contradecía con sus peticiones de aumentar la inversión y si respondía afirmativamente echaba abajo la crítica socialista sobre el excesivo endeudamiento del Cabildo. Optó por salir por la tangente y no se pronunció con ninguno de los monosílabos requeridos.

Por supuesto, el portavoz del PP, Antonio Alarcó, también tuvo tiempo para lucirse y demandó que el Estado cumpliese con la financiación del REF en lugar de "financiar políticas en países no democráticos como la ablación del clítoris". Mientras muchos de los presentes salían del letargo, José Manuel Bermúdez, a su lado, sonreía intentando tragar saliva.