El avance del incendio del Sur de Tenerife prosiguió ayer de forma imparable en los frentes de Vilaflor y Guía de Isora, sin que los recursos dispuestos por el organismo coordinador de las operaciones fueran capaces de contenerlo. Sin que nadie lo pudiera evitar, las llamas entraron a mediodía en el Parque Nacional del Teide por la vertiente sur de Las Cañadas y llega- ron hasta las cercanías del Llano de Ucanca.

En la demarcación de Chasna, el fuego se propagó de forma rápida en dos zonas diferentes, como es el área de Guayero (al suroeste del casco urbano) y en el pinar próximo al Parque Nacional, hasta el punto de que se introdujo en dicho espacio protegido de máximo nivel.

El casco histórico de Chasna fue desalojado de forma preventiva a última hora de la tarde ante la proximidad del incendio. Muchos vecinos siguieron las instrucciones de las fuerzas de seguridad. Esta vez iba en serio, porque la tarde del lunes hubo un tímido aviso, que no secundó nadie.

Ayer fue diferente. Era la primera vez, en muchos años que el "pueblo más alto de España" era desalojado de forma general. Algunos vecinos tenían lágrimas en los ojos y se preguntaban por qué se había llegado a ese extremo. Muchos de ellos pasaron la noche en casas de familiares o amigos. Otros tuvieron que acudir hasta el albergue provisional habilitado en el pabellón Los Hinojeros, en el vecino municipio de Granadilla. Hubo quienes se negaron a abandonar su casa, al considerar que la alarma no estaba justificada y, además, recordar que en el incendio de 1998 las llamas estuvieron más cerca y "no pasó nada ni fuimos desalojados". Fue el caso de Pilar González Fumero, exconcejal de Vilaflor por el PSOE, que reside en la calle principal del casco.

Otro que rechazó dejar su negocio y su vivienda fue "Chicho", el propietario del restaurante El Sombrerito, que, al igual que su esposa, no dejó de hablar por el móvil para explicar a amigos y conocidos que no deseaban dejar sus bienes atrás.

Una mujer de 84 años caminaba apresurada por la calle central con una bolsa en la mano. Una vecina que pasó al lado en su coche le preguntó si iba hacia Los Hinojeros y, como la respuesta fue afirmativa, la octogenaria se subió en el Volkswagen Polo. Una anciana de 97 años, enferma, fue trasladada en una ambulancia del Transporte Sanitario No Urgente, al igual que otras personas en similar situación.

En la evacuación tomaron parte más de una decena de patrullas del Grupo Rural de Seguridad (GRS), policías locales y diversas patrullas del Cuerpo General de la Policía Canaria.

Cambio del viento

En Guayero, un enclave donde se mezclan pinar, zonas agrícolas y viviendas, el cambio de la orientación del viento dificultó los trabajos de contención del fuego. Por su parte, en el flanco situado en los altos de La Quinta y Taucho, la situación se hallaba estabilizada, después de una noche en la que las llamas avanzaron hacia la costa. Algunos vecinos se mostraron muy preocupados por dicha circunstancia y la orientación del fuego en dirección al Sur. Un vecino de La Quinta se vio obligado a desalojar a dos burros de un establo.

Los miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) debieron enfrentarse al problema de la falta de caminos y pistas para llegar a las proximidades del fuego. Esa circunstancia dificultó considerablemente su labor. Así lo reconoció el portavoz de este recurso, Santiago Díaz Portillo, quien comentó que se llega a las zonas afectadas, pero con muchos obstáculos y "está siendo duro trabajar allí". Alrededor de 240 hombres de la UME se turnan para poder afrontar las tareas de extinción.

Estaba previsto que los tres hidroaviones procedentes de la Península comenzaran a operar durante la mañana. Sin embargo, su viaje a la Isla se retrasó por razones logísticas, ya que en cada aparato viajaron las dos tripulaciones que se turnan en las tareas de descarga de agua sobre las zonas más problemáticas, según dijo el director general de Seguridad y Emergencias, Juan Manuel Santana. Al final, los hidroaviones empezaron a sobrevolar los montes afectados en torno a las 15:00 horas.

Quien no paraba de pedir que enviaran de una vez medios aéreos a su municipio era el alcalde de Guía de Isora, Pedro Martín, que en los aparcamientos del restaurante La Estrella (en la subida al Monte de Chío), teléfono en mano, le preguntaba a su interlocutor cómo era posible que aún no hubieran actuado los helicópteros en el frente oeste del incendio. Sin embargo, a esas horas, alrededor de las 12:30, los helicópteros disponibles en Tenerife se concentraban en parar los focos de Guayero y las proximidades del Parque Nacional.

Martín aseguró que el fuego se recrudeció durante la noche en el límite entre Adeje y Guía, por lo que de madrugada entró en este último municipio de forma muy potente. A las 9:00 estaba quemada más de la mitad del Charco Negro (espacio boscoso que sirve de encuentro entre los barrancos de Niágara y Tágara).

Dos horas después, las llamas entraban en el cauce del barranco de Niágara. Y cerca del mediodía, el alcalde isorano y policías locales tuvieron que abandonar el puesto de observación en la torre de vigilancia situada en la entrada al barranco de Tágara, "porque el fuego amenazaba con cercarnos la salida de la zona".

Más tarde, las llamas llegaron hasta las inmediaciones de la carretera de acceso a la Boca Tauce (entrada por el Sur a las Cañadas del Teide), es decir, en el Parque Nacional y pasaba al término municipal de La Orotava.

Martín reconoció que se tuvo que poner en contacto con miembros del Gobierno canario para que le facilitaran información sobre los medios aéreos, porque en la zona forestal de Tágara y Niágara, "es imposible la extinción del fuego sin aviones o helicópteros", aunque "todos se han dirigido hacia las zonas pobladas de Vilaflor y Adeje".

El dispositivo de control en Guía de Isora se limitaba a intentar utilizar el "cortafuego" natural de la colada de lava de Chasogo. Según el alcalde, "todos los medios de los que disponemos son los bomberos voluntarios de Guía de Isora y Santiago del Teide, que -dijo- son garantía de trabajo bien hecho".

Ante la pregunta de si se ha sentido solo, el regidor isorano comentó que "es evidente que soledad sí que ha habido", aunque explicó que habló con consejeros del Cabildo y con el titular del área de Presidencia del Gobierno canario, Francisco Hernández Spínola.

Aclaró que seguía echando en falta "más información por parte de los responsables del operativo en el Gobierno de Canarias". Además de tratar de parar el fuego en la colada de lava de Chasogo, el otro frente en el que trabajaba el consistorio de Guía pasaba por prepararse para una "contingencia improbable", por si hubiera problemas en las zonas altas de Vera de Erques y Chirche.

Para afrontar dicha emergencia, el ayuntamiento activó guaguas para transportar a vecinos, se preparó un albergue por si fuera necesario y se dispuso de un hospital de campaña de Cruz Roja. Martín señaló que no creía que se pudiese llegar a este extremo, pero "la responsabilidad obliga a valorar cualquier posibilidad por extraordinaria que sea". Además, en la Jefatura de la Policía Local de Guía, diversos vecinos y empresas aportaron comida y bebida para las personas que trabajan en la lucha contra el fuego.

Anoche, Vilaflor ofrecía un silencio extraño e inusual desde la ermita de San Roque. Solo se oía ladrar a un perro en la distancia y se veía un todoterreno de la Guardia Civil parado junto a la plaza de San Pedro y la iglesia. En el aire, un helicóptero recuerda que, apenas a un kilómetro del casco urbano en línea recta, el fuego amenaza con llegar hasta las últimas casas de El Salguero, la zona situada junto al campo de fútbol y el hotel de lujo de la familia Reverón.