Los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), referidos a los resultados que arroja el padrón municipal de habitantes a fecha 1 de enero de 2013 (que hacen referencia a la población de 2012) revelan que la Comunidad Autónoma de Canarias ha perdido población respecto a los registros del año anterior, en concreto 8.425 empadronados menos, lo que representa en valores relativos un descenso del 0,40%.

Más allá de los números, lo verdaderamente destacable es que se rompe una tendencia alcista que había caracterizado el comportamiento demográfico creciente del Archipiélago desde 1996, con unos números que proyectaron a las Islas y abrieron debates sobre la sostenibilidad y la capacidad de carga de un territorio limitado.

Y a la espera de estudios más detallados y precisos, la primera reflexión apunta a que la quiebra del modelo de desarrollo económico basado en el binomio integrado por la construcción y el sector servicios con el turismo como bandera, acentuado por una coyuntura de crisis generalizada, ha derivado en una fuga de población, fundamentalmente de mano de obra extranjera, que llegó en su momento atraída por el "efecto llamada" y el horizonte de trabajo para todos, y que cumplido su rol se marcha en busca de nuevas oportunidades.

Lo cierto es que este fenómeno ha devuelto a las Islas a los ritmos demográficos que definen el crecimiento vegetativo (la relación entre nacimientos y defunciones), acompañados por el aporte de los flujos procedentes del exterior y otras variables, pero en un ámbito más natural.

Con todo, Canarias comparte ahora la estadística de las comunidades que han perdido población a lo largo del último año, en la que están representados territorios como el Principado de Asturias, Castilla y León, Extremadura o Galicia.