El lunes se reunirá por primera vez la Mesa de Negociación creada para hablar de cuánto y de qué forma reducirá Titsa el coste de su plantilla durante este año. Inicialmente, la empresa quiere obtener una rebaja de 2,8 millones de euros de este concepto de los 5,6 millones que está obligada la compañía a disminuir de su capítulo de gastos en este ejercicio, al prever tal cuantía como déficit para 2013.

La situación se registra en plena aplicación del expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) "que permitió a Titsa mejorar sus resultados el año pasado", según explicó Virgilio Gómez, el portavoz del sindicato mayoritario, Intersindical Canaria (IC). En ese marco, los trabajadores ya han perdido poder adquisitivo y derechos sociales.

Pero en IC entienden que la pérdida de viajeros (el año pasado fueron casi 3 millones) y el precio de combustible son factores "muy importantes a tener en cuenta" a la hora de evaluar la situación de la empresa. Pero la premisa es "que entiendan que los trabajadores ya hemos hecho sacrificios".

"En principio, vamos a sentarnos y a hablar", dijo Virgilio Gómez, algo en lo que coincidió Juan Carlos Linares (UGT), quien dejó claro que como sindicato minoritario "no podemos llevar a la gente a la huelga en solitario", pero fue contundente a la hora de hacer un llamamiento "en el caso de que nos quieran quitar más a los empleados". A su juicio, "es el momento de que Intersindical diga basta ya y de que podamos hacerle frente al Cabildo, que es el que está acabando con la empresa".

El lema con el que UGT afronta la negociación que comienza el lunes es "ni un euro menos" porque, entre otras cosas, considera que "se nos trata de hacer pagar gastos que no nos corresponden".

Un ejemplo de esa "mala gestión" en el mantenimiento del Intercambiador de La Laguna, cuyo coste está cifrado en 500.000 euros, de los que el Cabildo aporta 200.000 euros, por lo que "pretenden obtener los restantes 300.000 euros con cargo al coste laboral de la plantilla.

De momento, el diálogo no ha comenzado y las diferencias empiezan a ponerse sobre la mesa. El conflicto está servido.