José Alberto Núñez no ve mejor remedio para ahorrar en agua y luz que el que aplica en la que asegura es su casa, pues señala, con una sonrisa pícara, que, "de todas formas, son dos cosas que no tengo". Vive desde hace más de una década en las casetas de pescadores del pueblo pesquero de San Andrés, de las que ya solo quedan en pie tres, después del derribo de la mayoría de las 71 pequeñas edificaciones en las que se guardaban los enseres y las artes de pesca.

Esta fue una actuación llevada a cabo por la Dirección General de Costas debido a las obras de encauzamiento del barranco de San Andrés, que no fue fácil, ya que en el año 2008 aún vivían en las mismas Adela, Cristóbal, Hanssen, el propio José Alberto y José Juan.

Ahora quedan tres de ellas en pie, en las que viven Hanssen, Juan Francisco y él, que ha adaptado su pequeña vivienda con una placa solar y un motor eléctrico, permitiéndose algunos "lujos" dentro de la modestia de su pequeño espacio, como un termo para ducharse con agua caliente y un baño bien equipado.

También dispone de una cocina donde se prepara su comida y el café que le levanta el ánimo, y como hombre previsor señala hacia un depósito en el que almacena el agua que utiliza en varias semanas.

La filosofía de vida de José Alberto, que se ha dedicado a la pesca y la construcción cuando ha habido trabajo, es muy práctica, ya que explica que "al vivir solo estoy tranquilo y no dependo de nada ni de nadie".

Cree que "echar abajo todas estas casetas ha sido una equivocación, en parte, pues después de esa medida no se ha arreglado la zona, que sigue abandonada y con basura por todos lados".

Además, Núñez lamentó que a los pescadores de San Andrés "no se les construyeran las casetas para guardar sus materiales, tal y como se les prometió a cambio de derribarles sus viejas casetas".

En este sentido, añadió que "no solo se les reubicó en unos contenedores de mercancía que ya están oxidados y entra el agua cuando llueve", sino que ya están en una situación que "solo favorece que se les estropeen los aparejos de estos profesionales, y que se detecte en la zona la presencia de ratas y malos olor".

En cuanto al poblado con más de 70 casetas que fue derribado, comentó que llegó un momento en el que se vendían, cedían o se hacía negocio con ellas, principalmente con gente de fuera.

José Alberto, en paro desde hace algún tiempo y sin ningún tipo de ingreso en la actualidad, separado y con hijos, explicó que ahora resiste en estas condiciones "porque, simplemente, no tengo a donde ir".

Nacido y criado en San Andrés, prefiere quedarse en este emplazamiento, en el que quienes viven en las tres casetas se han quedado aislados porque sus pequeñas edificaciones siempre han estado afectadas por problemas burocráticos, "pues, de hecho, aún no se han podido derribar".

Por encima de todo, dice que a pesar de las carencias, vive "feliz, ya que aquí solo te brincan en la azotea los gatos y, desde luego, no tienes paredes al lado en las que oyes a otra gente como discute, se pelea y se grita".

Señaló que, "cuanto menos tienes, llega un momento en el que también menos envidia sientes".

José Alberto Núñez

pescador del pueblo de san andrés