El museo del Carnaval de Tenerife ha sido una vieja aspiración que se remonta a finales de los años sesenta, si bien fue en la década de los noventa cuando incluso Santa Cruz vendió a Europa el proyecto que se ejecutó en dos fases -la primera en la Casa del Miedo-. Antes, en 1992, incluso se vendió una gran infraestructura en el Campo Castro, frente al local de Triqui-Traques, en la calle de La Noria. Un edificio de cuatro alturas, terraza para actuaciones de Carnaval al aire libre, locales para la venta de souvenir, museo, oficinas...

Era la época de las obras farónicas en Santa Cruz y el museo se quedó en promesas. A comienzos de su mandato, el alcalde chicharrero, José Bermúdez, anunció en este periódico la puesta en marcha de la casa del Carnaval, con vocación de centro de interpretación de la fiesta de la máscara, en el inmueble municipal que se localiza en la vera del barranco de Santos, a las faldas de las torres de cristal. Poco después unos vándalos destrozaron los cristales y dañaron las pocas paredes rematadas, pues el local, de una sola planta, estaba incluso.

De forma callada, la casa del Carnaval avanza. Aunque sin aspavientos, para no caer en el enésimo anuncio del museo que queda en el olvido, el alcalde confió al concejal de Obras, Dámaso Arteaga, que este inmueble será una realidad antes de que acabe el mandato. Desde hace meses, los técnicos municipales trabajan con el asesoramiento del historiador y consejero del Organismo Autónomo de Fiestas, Ramón Guimerá, para adecuar el inmueble a lo que será un primer paso del museo: una casa del Carnaval para visitantes sin grandes dimensiones ni ambiciones. El próximo marzo estará listo el proyecto, elaborado por arquitectos municipales, que se licitará y comenzará con una primera inversión de 200.000 euros este año y podría estar antes de abril de 2015.