El Gobierno de Canarias ha declarado Bien de Interés Cultural el actual Espacio Cultural El Tanque (Santa Cruz de Tenerife), otorgándole la categoría de Monumento Histórico.

Este antiguo depósito de crudo de la Refinería de la capital tinerfeña, una de las más importantes del Atlántico, permanece en su enclave original, en desuso por el avance de la ciudad hacia el sur.

Sobrevivió a la última demolición de tanques para dejar paso al crecimiento de la ciudad siendo hoy por hoy un espacio para la cultura experimental y de vanguardia, al tiempo que vestigio de la memoria industrial de Santa Cruz de Tenerife.

El tanque 69 es un enorme bidón que sirvió durante muchos años para el refinado y almacenamiento de crudo, integrado en la Refinería de CEPSA que se construye en Tenerife hacia 1930.

Es una pieza cilíndrica de 50 metros de diámetro y casi 20 metros de altura, que representa uno de los últimos vestigios de una industria que en el último medio siglo ha formado parte de la geografía urbana de Santa Cruz.

Conserva su aspecto exterior e interior original, habiéndose adaptado a su nuevo uso cultural con una mínima intervención arquitectónica mediante la incorporación de materiales procedentes de desguace.

El acceso y los servicios de la sala, de nueva fábrica, se desplazan fuera del volumen principal del antiguo tanque con el fin de conservar su nitidez espacial, ocupando el espacio residual comprendido entre la envolvente cilíndrica exterior y una de las calles interiores del inmueble.

Se trata de un vestíbulo semienterrado de hormigón, aprovechando los muros de piedra existentes. Esta pieza anexa se desarrolla en rampa, configurando un espacio de acceso de gran profundidad visual, con un tratamiento brutalista de los materiales, -hormigón y mampostería-.

La fecha de construcción se remonta a las primeras etapas de existencia de la Refinería de CEPSA de Santa Cruz de Tenerife.

Se destinó desde 1949 al refino de crudo y fuel-oil, posteriormente, y tras haber perdido su uso original, fue sometido en 1996 a una intervención de rehabilitación, que reconvierte este uso al de espacio cultural, dedicado a montajes vanguardistas y expresiones artísticas contemporáneas y alternativas de cualquier índole y procedencia. El proyecto correspondió al estudio AMP (Artengo, Menis y Pastrana, Arquitectos).

La intervención realizada en el contenedor por AMP arquitectos figuró entre las obras seleccionadas en España y Portugal para el premio Iberfad de 1998 y recibió el premio Manuel Oraá, en su edición 1996/1997.

Se trata de un inmueble cuya importancia patrimonial se fundamenta en su valor histórico-industrial y tecnológico, en su singularidad y representatividad tipológica, así como en su buen estado de conservación, en la originalidad del diseño para adaptarlo a un nuevo uso y en su propio valor cultural.