El Cabildo de Tenerife ha empezado remitir cartas a propietarios de bares y restaurantes de la isla que urilizan el término ''guachinche'' con el fin de "proteger" el término y, especialmente a los establecimientos de venta de vino que se han acogido a la regulación impulsada por el Gobierno de Canarias.

En una rueda de prensa en la que se ha presentado el libro ''¡Vamos de guachinches!... y otras casas de comida'', ha lamentado que "coexistan" en el mercado bares que usan el concepto como "gancho" para atraer clientes, y ha insistido en "animar" a los establecimientos que están en situación alegal para que formalicen su situación.

En ese caso, ha señalado que probablemente va a haber "denuncias" contra los que no se han regulado, según han avanzado ya el colectivo de viticultores (Asviten) y los empresarios del Valle de La Orotava (Apymevo).

Con todo, Bethencourt ha dicho que el Cabildo está "satisfecho", sin ser "autocomplaciente", de que se hayan legalizado 101 ''guachinches'' de los más de medio millar que se estima que existen en la isla, y ha incidido en que el "fenómeno social" es "imprevisible" ya que han surgido algunos en municipios del sur de la isla --con señalética en ruso, incluso-- y en Gran Canaria.

El presidente del Cabildo, Carlos Alonso, ha dicho que el libro "es una guía para llevar en el coche", y en ese sentido, ha destacado que la corporación insular estudia ya su encaje en la estrategia turística, especialmente para la siguiente temporada que empieza en noviembre.

ESTABLECIMIENTOS "ÚNICOS"

Según Alonso, la gastronomía es una "punta de lanza" del turismo en Tenerife a través de programas como ''Saborea Tenerife'' o ''Tenerife Rural'', más las muestras gastronómicas de productos de temporada, y en ese sentido, cree que los ''guachinches'' forman parte del paisaje y la cultura de la isla y son "únicos", a diferencia del "tapeo" peninsular.

El autor del libro, Rafael Lutzardo, ha dicho que la obra es un "homenaje" a las familias tinerfeñas vinculadas a la tradición vitivinícola que han recuperado "la cocina de las abuelas", y ha reivindicado a los ''guachinches'' como un "sentimiento" y "lugar de encuentro" de los amigos.

Lutzardo sitúa el origen de los ''guachinches'' en la década de los años 60 del siglo pasado, en momentos de crisis económica y excedentes de vino que obligaron a vender el vino de manera directa, y sobre el término, apoya la versión más extendida de que se generó cuando los ingleses compraban malvasía en la isla y lo trasladaban hasta los barcos en medio de un ambiente festivo.