La crisis económica ha condicionado el funcionamiento de la Refinería Tenerife a lo largo de 2013, año en el que la actividad de refino alcanzó su mínimo de los últimos tiempos, ya que la parada de las unidades de producción durante cuatro meses provocó que el año se cerrase con un consumo de crudo de 2 millones de toneladas, un 54,7% menos de su capacidad máxima, que es de 4,5 millones.

Así se desprende de la Declaración ambiental anual correspondiente a 2013, presentada ayer en la propia fábrica, con la presencia del director de la Refinería, Salvador García; el responsable de HSE (Protección Ambiental, Seguridad, Calidad y Laboratorio), Enrique Turégano, y la responsable de Protección Ambiental del centro, Maite Núñez.

El documento recoge el comportamiento ambiental de la instalación durante el pasado ejercicio en materia de emisiones, vertidos, gestión de residuos, consumo de materias primas o calidad del aire, al tiempo que refleja sus metas y objetivos y el grado de cumplimiento de los mismos, que ha alcanzado el 89%.

Entre las actuaciones más relevantes destaca la puesta en marcha de la Planta de Ósmosis, que ha permitido ahorrar 750 toneladas de combustible para la desalación de agua; la aplicación de un plan de reducción de emisiones de NOx y la disminución de olores en la planta de tratamiento de aguas residuales.

En lo que respecta a emisiones a la atmósfera, la Refinería registró valores inferiores a los parámetros límite que fija la Autorización Ambiental Integrada (AAI) en SO2, NOx y partículas PM10, tanto en la emisión total en toneladas, como en el ratio de emisiones por tonelada de crudo destilado. En este último caso, se siguió el comportamiento alcanzado en 2012, con mínimos históricos.