La revista semanal “Gente Nueva” publicaba el 6 de agosto de 1900, bajo el título “Confidencial”, versos del poema “Canarias” de Nicolás Estévanez y Murphy (Las Palmas, 1838-París, 1914).

Y precisamente mañana, 19 de agostio de 2014, se cumple el centenario de la muerte de este insigne intelectual, ministro y militar, considerado uno de los padres del nacionalismo canario, cuya figura –tristemente olvidada– se pretende dignificar, al menos en parte, con la conservación, rehabilitación y puesta en uso de la casona de la curva de Gracia.

El Cabildo de Tenerife adquirió a mediados de 2007 la finca donde se ubica el inmueble –que presentaba un estado ruinoso–, por una cantidad cercana a los 900.000 euros, entendiendo que el inmueble contenía riquezas de notables valor histórico y arquitectónico pero, especialmente, por su simbolismo y su evidente as_cendente como referencia cultural.

Allá por el 21 de diciembre de 2010, la Corporación insular suscribió uno de tantos convenios con el Ministerio de Fomento. En febrero de 2011 se anunció el expediente de contratación, según proyecto redactado en colaboración con Metropolitano, y un plazo de ejecución de 8 meses para los trabajos de consolidación de estructuras y cubiertas, de manera que, a medida que llegaran los fondos se iría rehabilitando la vivienda en sucesivas fases.

El presupuesto global se cifró en 2,7 millones de euros, de los que Fomento se comprometió a financiar 1,5 millones. Lo cierto es que tras un primer pago en 2012 de 750.000 euros, los recortes estatales dejaron el proyecto en el aire.

Cristóbal de la Rosa, director insular de Cultura, buscó una salida intentando implicar en el proyecto a otras administraciones públicas y entidades privadas, pero pese a que anunció que una de las prioridades que se marcaba para el presente ejercicio no era otra que acometer las obras necesarias y proceder a la apertura del inmueble en condiciones, se enfrenta a un complejo desafío.

No obstante, De La Rosa adelantó, pero sin desvelar contenido alguno, que el presidente del Cabildo, Carlos Alonso, tiene previsto presentar “novedades en breve”. Y acaso sepa algo más mañana, durante el acto de conmemoración del fallecimiento de este canario ilustre, en el Salón Noble del Palacio Insular. Un día después, el miércoles, y organizado por Nicolás Reyes González –de la Asociación Cultural la Sombra del Almendro–, tendrá lugar un acto en homenaje a Nicolás Estévanez a las 20:00 en la Casa Lercaro de La Laguna.

En estos momentos, el proyecto requiere fondos para el pintado de la casa, así como también acometer la instalación eléctrica, de telecomunicaciones, seguridad y contraincendios, además de dotar a la antigua casona de un ascensor y baños, y equipar una sala de reuniones. La adecuación de los 12.000 metros cuadrados que ocupan los jardines de la finca, concebidos para uso y disfrute de los visitantes, son otro cantar.

Ahora bien, llama la atención que tras declarar el Gobierno de Canarias como Bien de Interés Cultural (BIC) pasado 29 de mayo este conjunto con la categoría de Monumento, desde el Ejecutivo regional se afirmase en el expediente que sus valores arquitectónicos, como ejemplo de hacienda rural tradicional, son “recuperables”, pese a lo que consideran “mal estado de conservación” .

Si finalmente se consigue acomodar un espacio visitable, la casa podrá abrirse al público como lugar dedicado a la memoria de José Murphy y Meade, los hermanos Estévanez Murphy y el pintor Francisco Borges Salas.

No obstante, lo que sí que se ha garantizado estabilidad de la estructura y se han recuperado sus magníficos techos y maderas. Gracias a esta intervención, de hecho, han salido a la luz antiguos rasgos de la vivienda, como los suelos originales que quedarán expuestos bajo placas de metacrilato. También se han reabierto puertas y descubierto hornacinas.

Y como despedida estos versos del poema “El último adiós”:

Encerrado en mi escritorio

me aburro como un jumento

por lo que tarda el momento

de ir al horno crematorio.