La polémica surgida a raíz de la compra de vino de La Mancha por parte de la sociedad Bodegas Insulares Tenerife, con el fin de mejorar una partida deficiente que se comercializó como vino de mesa en zonas hoteleras del sur de la Isla, está representando un mal "trago" para el consejero insular de Agricultura, Ganadería y Pesca, José Joaquín Bethencourt.

Con la dimisión que presentaba la noche del pasado jueves el consejero delegado, José Luis Savoie, quien admitió su responsabilidad en la reunión del consejo de administración de la empresa vitícola, no parece que se haya cerrado definitivamente el debate.

Bethencourt vivía ayer la "resaca" con una sensación de tranquilidad y manteniendo una posición firme, pese a que algunas voces insistían en reclamar su cese en el cargo, acusándolo como responsable político y presidente de la sociedad participada mayoritariamente por el Cabildo.

"He dormido bien porque tengo la conciencia tranquila", afirmó, al tiempo que precisaba que recurrir a partidas de vino a granel como mejorante representa "una práctica perfectamente legal y no supone una actividad fraudulenta". Al respecto, destacaba que "lo ilegal hubiera sido presentarlo no como vino de mesa", tal y como sucedió, "sino con una contraetiqueta", a la manera de los vinos con denominación de origen.

En consecuencia, la dimisión del consejero delegado la fundamentaba en el hecho de que "no estaba autorizado para comprar vino foráneo y lo hizo sin el conocimiento ni el consentimiento del consejo de administración", cuando se podían haber arbitrado otras medidas alternativas. Además, sentenció, el consejero delegado "ha reconocido su culpa y asumido la responsabilidad".

A propósito del ambiente de tensión que se ha extendido en el sector, Bethencourt señala que "hay quien quiere aprovechar esta circunstancia para desgastar y ensuciar la imagen del Cabildo, además de una manera mezquina", cuestionaba. A su juicio, de fondo se percibe una "polémica interesada" que calificó de "irresponsable" y que desde su punto de vista "está poniendo en duda ante la opinión pública y entre los consumidores la credibilidad de los vinos de Tenerife".

Por el contrario admite haber recibido "muchas muestras de apoyo" y sostiene que no se siente amenazado, porque "no creo que tenga enemigos", sino a quienes "no les gusta la presencia de una institución como el Cabildo y quieren debilitar su imagen".

En respuesta a aquellos que cuestionan repetidamente el modelo de gestión mixta por el que se articula el sector y, en consecuencia, demandan al Cabildo que renuncie a su participación y dé un paso al costado, Bethencourt consideró que tal opinión "es respetable". Ahora bien, replicó que el hecho de que la Corporación deje de tutelar el proceso de transformación de la actividad vitivinícola, como ha sucedido hasta ahora, no cuenta con el respaldo de "una alternativa real, no existe una propuesta de futuro que pueda suplir el proyecto que ha puesto en marcha Bodegas Insulares",

Desde su perspectiva y conocimiento del sector, Bethencourt considera que lo que se pretende por parte de algunos intereses "supone un simple quítate tú para ponerme yo" y, en este sentido, señala a la Asociación de Viticultores y Bodegueros de Canarias (Avibo), que reivindica cambios desde un "modelo liberal".

Con todo, Bethencourt asegura que "la situación no me acobarda" y se muestra dispuesto "a tender la mano a quienes discrepan", más allá de que considere "pueril" la polémica que se ha generado en torno a un asunto como el de la introducción de vino de La Mancha.

En defensa de la labor que viene desarrollando la Corporación insular desde la década de los años 90 del pasado siglo, el consejero destacó el carácter social que representa un proyecto de la envergadura del que ha liderado el Cabildo, que "aglutina a cerca de un millar de socios viticultores y cuenta con la implicación de varios ayuntamientos de la Isla".

No obstante, reconoce las dificultades que atraviesan los viticultores, pendientes de pagos del Posei y soportando los efectos de la crisis. "Ciertamente, la coyuntura es difícil", subrayó, al tiempo que reclamó al Gobierno de Canarias y al Gobierno de España "que abonen cuanto antes las ayudas que están pendientes".

Pero si bien la crisis representa un "obstáculo" para el normal desarrollo del sector y un "inconveniente" para su proyección, Bethencourt considera que "la solución no está precisamente en una declaración de guerra".

El consejero describió el objetivo que persigue la Corporación insular, que se centra en la constitución de "un único Consejo Regulador para la Isla" y la incorporación de "la Denominación de Origen de Tenerife" a las cinco que ya existen.

A su juicio, este proyecto representa "una muestra de madurez y un modelo integrador, un proyecto ejemplar, sólido y de carácter social" al que el Cabildo no está dispuesto a renunciar.