"Impresiona, ¿verdad?". Lo pregunta uno de los curiosos que presenciaron el pasado domingo el rescate en medio de la lluvia a las personas que habitaban las cuevas del barranco de Santos. Ayer, el día después del 19-O, volvía a mirar desde el lado del barrio de Duggi, en el pabellón Ana Bautista, frente al Hotel Escuela. Ayer, esas cavernas-casas estaban anegadas y, por supuesto, vacías. Un hilillo de agua era la única huella de la tormenta, aunque más arriba una cascada mostraba la fuerza del agua.

Nadia, la italiana cuya imagen salió en todos los telediarios, estaba ayer "feliz" por el reencuentro con su perro Tom, pero era crítica con "la falta de ayuda, nadie nos echó una mano y estamos en la calle sin nada". "Me quedé desnuda y mojada, me remitieron a Cruz Roja y al ropero que abría el lunes", se lamentaba, satisfecha de haber evitado la desaparición de su herramienta de trabajo, su saxofón. La Plataforma por la Dignidad de las Personas realizó un llamamiento por los sin hogar "para activar protocolos de atención inmediata" ante situaciones adversas".

Fue un día casi normal en el centro -había que tener cuidado con el barro para no mancharse zapatos o tenis-, entre operarios y máquinas. Otoñal, con el sol intentando asomarse entre nubes. Casi nada que recordara la tromba del domingo. 24 horas después, Santa Cruz era la ciudad de siempre, un poco "herida" y con algo menos tráfico del habitual un lunes.

El agua bajó a la Rambla en todos los cruces, pero con menos fuerza que el 31 de marzo de 2002, cuya sombra planeó. Los servicios de limpieza actuaron rápido. Y bien.

El túnel de la Vía de Penetración estaba a primera hora operativo como el de la Vía litoral, aunque la salida al sur se encontraba cerrada. Se notaba tráfico pesado en Muelle Norte porque los camiones accedían a la Vía Portuaria por la antigua Estación del jet foil.

Barranco abajo, ya cerca del puente de El Cabo, era obligado visitar La Concepción. La puerta de la iglesia estaba entreabierta, con oscuridad casi absoluta, ni un alma dentro y sensación algo inquietante. En el Charco de la Casona, las alfombras del templo "puestas a secar" eran la imagen del día después del temporal.

El túnel, en el punto de desagüe de la ciudad

El túnel de la Vía Litoral de Santa Cruz de Tenerife estaba ayer en funcionamiento pleno, una vez concluida la tarea de limpieza y acondicionamiento tras el cierre del pasado domingo por estar anegado. Esta infraestructura fue construida "en el punto de desagüe de la ciudad". En ello coinciden los arquitectos consultados, entre ellos Virgilio Gutiérrez, expresidente del Colegio de Arquitectos, quien entiende que, ante lluvias tan intensas como las registradas anteayer, se vuelve a evidenciar que "la ciudad tiene un problema de orografía". El desnivel "tan elevado" convierte a las calles y barrancos en "autopistas del agua" que "confluye en el frente de Santa Cruz", donde la situación empeora "porque hay zonas deprimidas".

Diseñar una red de saneamiento para absorber "tanta agua y con tanta fuerza" como la caída el domingo, o el 31 de marzo de 2002, "es imposible". En cualquier caso, Gutiérrez considera que "un sistema de alcantarillado no es suficiente".

¿Cómo impedir que se anegue el frente de Santa Cruz? La respuesta es sencilla: "No hay una solución fácil ni técnicamente viable, al menos yo no la veo".

Lo adecuado sería propiciar la salida del agua hacia la zona portuaria y el mar, "pero en el camino se encuentra con un sinfín de obstáculos" propios del desarrollo y del crecimiento urbanístico. Apunta otra medida "que se aplica en algunas edificaciones y en determinadas circunstancias", que serían los "surtidores hacia el cielo", o sea, elevar el agua. Pero para días como el de anteayer "no sirve".