En la segunda planta de la base, un "emisorista" espera la llamada. Están en guardia. Los efectivos de la brigada helitransportada del operativo Brifor, la denominada "Brivam", durante el verano trabajan, y en parte viven, en la tranquilidad de La Guancha, junto al pabellón Román Reyes, en un silencio que solo rompen las campanas de la iglesia y sonidos de animales. Pero con la intensidad de estar prevenidos por si ocurriese un incendio en el que fuese necesario que actuaran.

El pasado jueves, a media mañana, la actividad en la instalación norteña era la que sus "habitantes" explican que es la normal de cada día, marcada por el entrenamiento físico y, en general, la preparación. De ordinario, durante la jornada allí desarrollan su función dos brigadas de ocho personas durante unas siete horas; una por la mañana y otra hasta por la noche. De 9:00 a 21:00, cuando cae el sol y el helicóptero no tiene posibilidades de volar.

Y es que el Sokol W-3S es, en cierta medida, el protagonista, aunque son los profesionales que trabajan en torno a él los que apagan las llamas. Se trata de un aparato que, desde 2005, el Cabildo de Tenerife contrata a la empresa Hispánica de Aviación para la campaña contraincendios, cuya edición 2015, que durará hasta octubre, ha sido recientemente presentada. Después, la base cierra hasta el mes de junio.

Según explica uno de sus pilotos, Diego Fernández -"asturiano a tope", dice-, se trata de una aeronave de clase A, con dos turbinas de 900 caballos. Estas son capaces de desarrollar 1.200 caballos y, en caso de fallo de un motor, seguir volando. El Sokol tiene entre sus singularidades un rotor de cola "muy alto", que permite aterrizar entre arbustos. "Es un modelo eficaz, por la potencia", detalla.

Alrededor de la helisuperficie, hay un hangar y el edificio central de la base, de dos plantas y grandes cristaleras, inaugurado en enero de 2011. Aparte de los miembros de la Brivam y de los pilotos del helicóptero, en él trabajan dos "emisoristas" (uno por turno) y empleados de la entidad Europa Agroforestal (Eural), del mismo grupo empresarial de Hispánica, y que prestan el servicio técnico. De ellos, profesionales que han trabajado en otras bases españolas consideran que la tinerfeña presenta unas condiciones de primer nivel.

Pasadas las 11:00 horas, los operarios están en plena faena preparatoria. Corriendo por los alrededores, entrenando movimientos o realizando trabajos con el Sokol. De las horas que pasan trabajando, entre cinco y seis las destinan a un entrenamiento teórico-práctico y también de carácter deportivo. Cada brigada realiza por semana un ejercicio con el helicóptero, y que está gestionado por Eural.

Concretamente, la Brivam, llamada oficialmente "Brigada de Alta Movilidad Táctica", cuenta con siete unidades en toda la Isla. Dos pasan cada día por la base de La Guancha, mientras que otras tienen su jornada de descanso. Las restantes prestan servicios en el territorio, ya sea como equipo completo o divididas en los denominados "vamtac" (vehículos de alta movilidad). En ese caso, los ocho miembros de la Brivam se dividen en dos grupos de cuatro y, habitualmente, efectúan el servicio con un camión autobomba de entre 3.500 y 4.500 litros.

Sea como fuere, la base de La Guancha y la Brivam no es sino una arista de un más que complejo operativo, el Brifor, en el que participan casi 300 profesionales durante el verano. Hay brigadas de tierra, disuasorios, conductores, vigilantes y técnicos, y se integra por personal propio del Cabildo y otros contratados para la ocasión. Estos últimos son 96 y pertenecen a la empresa Tragsa. Unos y otros se dividen en las tres zonas en las que, a efectos antiincendio, se divide Tenerife: este, centro y oeste. Lo explica Víctor León, agente de Medioambiente del Cabildo, uno de los 39 que hay en la Isla -12 en tareas de extinción- y que son el cuerpo que realiza labores de policía ambiental.

León tiene un discurso didáctico. Despliega planos y relata con detalle los entresijos agroforestales de la Isla. Está acostumbrado. Durante el año, profesionales como él del Cabildo realizan actividades de educación ambiental con los colegios. Según precisa, les facilitan a los alumnos de Infantil, Primaria y Secundaria material para que vayan trabajando durante una semana y, después, acuden ellos para fomentar la concienciación sobre la importancia del medioambiente en la Isla.

Mientras que el agente de Medioambiente aporta esos detalles, en el exterior continúan trabajando los integrantes de la Brivam. Visten botas, pantalón verde y chaqueta amarilla con elementos reflectantes, así como casco y gafas de protección. Son las medidas de seguridad de una profesión en la que se pueden dar situaciones de peligro en las que, incluso, llegado el caso, pueden suponer un riesgo para sus vidas.

Para tratar de reducir las posibilidades de que se acaben produciendo esas circunstancias de peligro -tanto para la Isla como para los profesionales que participan en la extinción-, una de las claves, y en lo que se detiene Víctor León, son las labores disuasorias que se efectúan a lo largo del año, así como las quemas controladas, la vigilancia, la información o también las tareas de disciplina ambiental. Nada es suficiente.

Cuando el fuego hace acto de presencia, la respuesta de la Brifor se produce no solo con el helicóptero -de ser necesario- sino también con los equipos terrestres, entre los que se encuentran 15 vehículos disuasorios, con motobombas y diferentes herramientas; tres autobombas forestales medianas, que son capaces de trasladar entre 1.000 y 2.000 litros de agua, así como 11 de tipo forestal y que pueden transportar entre 3.000 y 4.500 litros. A todo ello se unen tres vehículos nodriza (camiones MAN de 9.000 litros) y un vehículo del Puesto de Mando Avanzado (PMA), que se despliega como centro de operaciones para dirigir las labores de dirección.

Las Brigadas de Alta Movilidad Táctica se suman cuando se requiere su presencia. Todo depende del tipo de incendio y de las indagaciones que se realizan después de que se haya recibido un aviso. Lo habitual, indica Víctor León, es que la alerta llegue por parte de medios propios o cuando alguien llama al 1-1-2, que lo traslada al Cecopin y este, en función del origen, lo deriva a las diferentes comarcas de la Isla. A continuación se envían medios para confirmar lo que ocurre, se valora y, posteriormente, se determina la suma de más equipos.

En mitad de las explicaciones, de repente se escucha una sirena. Falsa alarma; es la del IES La Guancha, que se ubica en las inmediaciones de la base.

De Los Andes a Tenerife

Diego Fernández y Jane Dawidowicz son los pilotos del helicóptero Sokol W-3S, que es capaz de cargar 1.590 litros de agua. Ambos cuentan con una dilatada trayectoria en el mundo aeronáutico; no en vano, el primero relata que, antes de venir a la campaña antiincendios tinerfeña -que empezó el pasado 15 de junio- estaba trabajando en Los Andes. Esto se debe a que la empresa que presta el servicio de helicóptero -por unos 800.000 euros en esta edición, según apuntaron desde el Cabildo en la rueda de prensa de presentación del dispositivo-, Hispánica de Aviación, trabaja en España, pero también en Chile, Uruguay y Polonia.

Sin embargo, la lucha contra el fuego en la Isla, y según el grado de las emergencias, también puede disponer de otros aparatos, como el Kamov K-32 del Ministerio de Medioambiente, con base en Los Rodeos y capacidad para 4.500 litros; los dos Sokol del Estado que "residen" en La Palma, y el avión de carga en tierra Air Tractor T-802 -también del Ministerio de Medioambiente-, con base en La Gomera y capacidad de 3.100 litros de agua. A ellos se unen cinco helicópteros medios y uno de coordinación del Gobierno regional, que tienen la posibilidad de transportan entre 1.200 y 1.500 litros de agua.