El comienzo del nuevo sistema de billetaje sin contacto en el transporte público tinerfeño tendrá que esperar al mes de diciembre. Si bien la fase piloto -en la que convivirán en guaguas y tranvías el mecanismo actual y el nuevo- estaba previsto que empezara entre octubre y marzo, esta se acabará posponiendo a entre el último mes del año y junio.

Así lo anuncia el director insular de Movilidad, Manuel Ortega, que precisa que la razón de la demora está en las actuaciones que se están aplicando para que las personas con movilidad reducida, invidentes y sordas no tengan problemas para la utilización del dispositivo que viene.

Y es que, concretamente, se ha optado por rediseñar antes de su fabricación las máquinas expendedoras para que sean completamente accesibles a este tipo de usuarios. A ello se une otra reconfiguración: la de unas pantallas que se quieren instalar en las principales paradas de la Isla y que ofrecerán información oral a invidentes asociados a la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE), que las podrán activar con un mando.

"Esos meses [de retraso] los damos por buenos porque nos van a permitir que, desde el primer momento, la red esté adaptada a las personas con discapacidad de movilidad y sensorial", mantiene Ortega sobre un sistema que, como se recordará, viene a sustituir a los actuales bonos de banda magnética por una tarjeta más sofisticada, con un chip. Una vez que se implante solo será necesario acercarla a menos de diez centímetros de un lector, tras lo que se encenderá un piloto verde y hará un ruido. El pasajero ya habrá validado su viaje sin necesidad, para el caso de las guaguas, de estar aportando otras indicaciones al conductor, con la consiguiente agilización del proceso.

Aunque esa es la más visible de las novedades del dispositivo, no es la única. Según avanza el director insular, otra de las más destacadas es que, a partir de ahora, los viajeros tendrán que ticar tanto al subir como al bajar de las guaguas -a las que también podrán acceder por delante y por detrás-. El motivo es que el nuevo Sistema de Ayuda a la Explotación (SAE) de Titsa permitirá una localización mucho más precisa de los vehículos, de manera que, si los usuarios realizan una validación en la subida y otra al bajar, se determinará -y se cobrará- el recorrido exacto que realizaron y con independencia de la línea que utilicen. Esto abre al Cabildo nuevas opciones en cuanto a la reordenación de las actuales modalidades de pago.

Manuel Ortega también comenta que esa mayor tecnología en la ubicación de los vehículos posibilitará el "cante" de próxima parada, y dice que habrá pantallas dentro de los vehículos en las que se irá viendo por dónde va y anunciarán los siguientes puntos de detención, así como los transbordos que son posibles en ellos.

"Otra de las ventajas desde el punto de vista de la explotación de la empresa es que el Centro de Control del SAE va a poder corregir las desviaciones como consecuencia del tráfico", indica en relación a que, en adelante, se podrán alterar los recorridos de las guaguas para que lleguen a la hora prevista a cada parada. "Por ejemplo, si una línea que sale cada 15 minutos sufre un colapso, cuando llega a la parada hay muchos viajeros y se llena, la siguiente, en lugar de ir detrás vacía, la adelantará y cumplirá el horario", detalla Manuel Ortega.

La previsión que realizan desde la institución tinerfeña es que Vía-Móvil, la aplicación telefónica que existe en la actualidad para pagar en el transporte público, se va a quedar obsoleta "muy rápido" una vez que los usuarios descubran la nueva tarjeta -que también contará detrás con una aplicación y una página web-, que se calcula que estarán plenamente en funcionamiento durante el segundo semestre de 2016.