El reloj del Cabildo de Tenerife se tomó un descanso el pasado lunes. Hora: las nueve. La infrecuente circunstancia hizo que algunos transeúntes llevaran su sorpresa a las redes sociales por una parada que dejó al entorno de la plaza de España sin su habitual "banda sonora" -el tajaraste-, pero que, sin embargo, y como algunos se llegaron a temer, no fue consecuencia de una inoportuna avería.

La explicación era otra. Según apuntaron ayer desde la institución, la razón estaba en trabajos que se vienen realizando en las fachadas del palacio insular y del edificio anexo, después de que se detectasen vicios ocultos en la reparación efectuada años atrás. De forma más concreta, la maquinaria fue parada desde por la mañana para llevar a cabo una inspección "in situ" del estado de la torre mediante el descolgamiento de personal especializado.

Así pues, por razones de seguridad, se decidió detener la maquinaria del reloj del que se puede considerar uno de los puntos más emblemáticos de la capital tinerfeña mientras los operarios trataban de hacer un análisis de cerca y con mayor precisión de la situación en que se encuentra esa zona del frente del edificio.

Echando la vista atrás, el del palacio insular es un reloj fabricado en Burgos y que forma parte de él desde la década de los 50 del siglo pasado. Siete campanas (seis pequeñas para el carrillón y otra mayor) han sido en ese tiempo las responsables no solo de marcar las horas, sino también de poner el punto final, y también el comienzo, a los años de Santa Cruz.

Pasada la "jornada de descanso" del lunes, ayer el reloj del Cabildo volvió a estar a plena actividad, con su inconfundible tajaraste cada cuarto de hora y estableciendo, como de costumbre, el ritmo diario de la ciudad.