Ignacio González López (Santa Cruz de Tenerife, 1950) se despidió anoche como presidente del Círculo de Amistad XII de Enero, después de 20 años -el equivalente a cinco mandatos-, si bien ha permanecido vinculado a las juntas directivas de los últimos 33 años. En su lugar, afronta la dirección de la sociedad el odontólogo Francisco Perera Molinero, miembro de la Real Academia de Medicina y cónsul de la República de Eslovaquia, entre otros colectivos en los que participa. En los próximos cuatro años, Francisco Perera estará acompañado por el mismo equipo que rodeó en el último mandato a González López, después de su proclamación ayer, al ser la única lista que concurrió a las elecciones de El Recreo.

Al presidente saliente, letrado de profesión y recién jubilado, no solo le salieron los dientes en El Recreo, sino que conoció a su esposa allí e hizo de la sociedad no su segunda casa, sino su primera, por la dedicación.

¿Cuál es su primer recuerdo del Círculo de Amistad XII?

Mi primer recuerdo es de cuando venía a jugar al tenis de mesa a esta sociedad, de cuyo equipo formé parte cuando estuvo en segunda división. Venía habitualmente con mi grupo de amigos cuando no había clases; no tenía edad aún para participar en los bailes.

¿Llega al Círculo como herencia familiar?

Mis padres eran socios y cuando llegué a los 18 años, en 1969, pasé a ser socio propietario, pagando una cantidad en aquella época.

¿Cómo era aquella sociedad?

Era totalmente distinta a la actual, mucho más pequeña, concentrada. No tenía las características actuales. Ahora es multidisciplinar. Las actividades eran contadas, de carácter cultural, marcadas por el teatro, temas musicales... La actividad deportiva se añoraba. Hoy se ha multiplicado hasta el punto de que la oferta de entonces hoy sería testimonial con todas las canchas que hay.

¿Cuándo se involucra como directivo y por qué?

Don Pablo Coronas González me pidió que me incorporara a su junta, un 5 de agosto de 1980. Tenía yo 29 años y aún era soltero. Ocupé el cargo de vicesecretario. Fue un período de seis meses, hasta el 18 de febrero de 1981, que renuncié por motivos personales y profesionales. Me iba a casar y tenía que buscarme camino; había otras prioridades. Dos años después, el 12 de abril de 1983, ya casado, don Antonio Servando Llopis me pide que me incorporara a su junta: estuve primero como vocal, y luego continué nueve años como vicepresidente, hasta 1992.

¿Cuáles fueron sus siguientes responsabilidades?

Continué en la junta, con don Andrés García Mata, en sus dos mandatos. Siempre como vicepresidente, desde 1992 a 1996. Fue a partir del 22 de abril de 1996, tal día como ayer, cuando accedí a la presidencia de la sociedad.

¿Qué ha sido lo más complicado en estos 20 años?

Todo tiene solución, aunque tenga complicación.

¿Cuántos socios había cuando llegó?

No lo recuerdo. En la actualidad tenemos más socios que nunca: 8.900 socios en activo, que con sus familiares suponen más de 25.000 personas.

¿De qué se siente más satisfecho?

De todo. ¿Una satisfacción en particular? Me gustan las obras que se han hecho, que se han elevado los equipamientos de forma considerable; también hemos incorporado fiestas tradicionales que no se tenían, también porque hay más socios, pocas reclamaciones... El balance es positivo. Soy optimista. Si algo no tiene solución, claudicas, pero si no, intentas buscarle salida. Siempre hay posibilidades.

¿Sus 20 años de mandatos se han caracterizado por una ampliación de inmuebles?

Sí, como la ampliación en Ruiz de Padrón, con un edificio de ocho plantas que se hizo, que ya está pagado y que ha servido como complemento de las demandas que precisaba la sede capitalina: nuevos gimnasios, ubicación de la coral, ampliación de la terraza, plantas de dos sótanos -una de ellas donde se practica yoga-, sala de juntas... Como la escalera de acceso al teatro, una obra imprescindible.

¿Es fácil gestionar El Recreo?

Lo fundamental es saber lo que hay que hacer. Los jóvenes que quieren entrar no pueden pensar que aquí se llega y ya está. Tienes que aprenderlo. Esto no es un partido político o un sindicato, ni una asociación de vecinos. Es otra cosa distinta que tiene sus características especiales. Para que esto camine es necesario marcar buen rumbo y que los socios te admitan la marcha que indicas.

¿Aprendió de sus antecesores?

Comencé con don Pablo Coronas, y aprendí; bueno y malo. Luego estuve con don Antonio Servando Llopis, y también aprendí muchísimo porque se estaba haciendo el club deportivo (problemas económicos, pagar las certificaciones...). Me dio una experiencia tremenda. Estuve cuatro años con don Andrés García Mata, con el que se hizo la piscina climatizada, la piscina cubierta... Y ya después en los 20 años míos se ha hecho mucha cosa.

¿El Círculo se ha adaptado a los tiempos?

Hemos modernizado los estatutos al regular las nuevas situaciones personales y familiares que la sociedad actual origina. Fuimos pioneros, antes que la ley canaria de 2003, en regular las parejas de hecho, en 2001, tras estudiar las normativas que estaban vigentes en Valencia y Cataluña. Fuimos los pioneros, pero en aquella época ya era una demanda social.

¿El Recreo es una sociedad moderna?

Nos encontramos con una sociedad moderna, adaptada a los tiempos en que vivimos, saneada en lo económico y al corriente de sus obligaciones y pagos, con un importante patrimonio social.

A nivel inmobiliario, ¿queda algo por desarrollar?

Queda mucho. Se pueden hacer ampliaciones hacia los inmuebles colindantes. En el club deportivo también hay posibilidades, independientemente de la bajada al mar, que es una obra de faraones, aunque factible si se tiene dinero.

¿La crisis le ha pasado factura a la sociedad?

Nosotros la hemos superado fantásticamente bien. La prueba está en los presupuestos que tenemos, que no hemos incrementado las cuotas desde hace cinco años, y son relativamente bajas: oscilan entre los 48 y los 17 euros. También regulamos cuotas para los jóvenes que no trabajaban ni estudiaban y que estaban en la vivienda familiar. Cuando le llegaba el recibo del Círculo de 48 euros, porque ya era mayor de edad, los padres le daban de baja. Era un tema socialmente delicado, y precisaba tener sensibilidad. Regulamos una cuota de 17 euros para esos casos y dimos un colchón de hasta 8 años, desde los 18 hasta los 26, si persistía la situación sin trabajo.

¿Cómo es la junta que toma desde hoy el relevo?

Es la misma junta mía: una junta muy compacta, gente comprometida y trabajadora en sus distintas áreas. No va a haber ningún tipo de problema porque toda la gestión interna se puede llevar de la misma manera. El nuevo presidente tiene proyección social y, a mi modo de ver, no va a tener ningún problema.

¿Puede ser que el nuevo presidente viva más de puertas afuera la sociedad?

El hecho de que vivas de puertas afuera o de puertas adentro no es la condición para que tú seas presidente del Círculo. El hecho de que yo no esté yendo al club deportivo no cuestiona que sea el presidente del Círculo de Amistad.

¿Cómo cree que lo recordarán?

Como el presidente que más tiempo estuvo (se ríe)... No me corresponde a mí juzgar el trabajo y la gestión; eso les corresponde a los socios.