Seis de cada diez universitarios del Norte acuden cada día a clase en coche. Sin embargo, la mayoría de los estudiantes que viven en estos municipios y acuden todos los días a la Universidad de La Laguna (ULL) compartiría coche si existiera un carril bus-vao en la TF-5. Es decir, una vía por la que solo pudieran pasar vehículos con un número determinado de personas o transportes colectivos. Esta es la principal conclusión de una exhaustiva encuesta que ha realizado el grupo de investigación de Economía de la Productividad, el Transporte y la Energía del Instituto Universitario de Desarrollo Regional de la ULL. El 36,71% de los jóvenes que residen en el Norte durante el curso iría en su coche con uno o varios acompañantes, el 23% se ofrecería a ir como "copiloto" y el 30% se trasladaría en guagua. Es decir, casi el 90% asegura que usaría la medida planteada por el Cabildo de Tenerife.

Este grupo de profesores lleva desde 2007 realizando diversos estudios para conocer las preferencias de los universitarios en relación al transporte. Esta encuesta, además de analizar el uso del tranvía, el vehículo propio o la guagua entre todos los estudiantes de la Isla, ha extraído las respuestas de los chicos que vienen del Norte. De los 3.003 encuestados -el 16,7% de todos los estudiantes de la ULL-, 858 son del Norte (28% del total). En la Universidad, según su Gabinete de Análisis y Planificación (GAP), hay 3.725 chicos que proceden de esta zona de la isla. Los docentes han filtrado las respuestas de los que residen todo el año en la casa paterna y no se mudan al área metropolitana, de manera que la muestra sea muy representativa y ofrezca información relevante sobre el sector del alumnado realmente afectado. "Hay una elevada aceptación del carril bus-vao como alternativa de transporte para venir hasta la Universidad", explica Rosa Marina González Marrero, coordinadora de este proyecto.

El trabajo, con el objetivo de reflejar lo más fielmente las preferencias reales de los encuestados, ha contado con un sistema de geolocalización que personalizaba el recorrido de todos los alumnos participantes. "No hay dos encuestas iguales porque los recorridos son distintos siempre". El sistema ideado por los docentes simulaba el viaje de cada joven desde que salía de su casa y le presentaba las distintas opciones para llegar a su destino, además de cuánto tiempo emplearía. "La idea era que el alumno se hiciera una idea muy exacta de cómo funcionaría esta opción". Además, los docentes habilitaron durante todo el proceso un contacto para que cualquier estudiante que tuviera dudas pudiera ponerse en contacto con ellos y resolverlas.

El trabajo también permite entender las motivaciones de los chicos. La principal razón que esgrimen para usar el coche compartido es el ahorro económico, con bastante diferencia del resto de ventajas, aunque también lo hacen para ayudar a reducir la contaminación y la congestión de la autopista, contribuir al ahorro energético y conocer gente. Los inconvenientes, en cambio, siempre están relacionados con la pérdida de libertad y de tiempo. También por eso, una amplia mayoría de los que se declaran propensos a compartir coche no quiere dejar de ser el que conduce.

El análisis es tan pormenorizado que establece incluso diferencias en el uso de transporte público o privado en función de la renta familiar. Cuanto más elevado es el presupuesto del hogar, mayor es la predisposición a usar el vehículo propio y menos el transporte público. Esa relación entre la renta y el transporte se ve también a la hora de usar la guagua, pero no el tranvía. De alguna manera, explica la profesora, los estudiantes, y la población en general, identifican la guagua con un transporte de clase social más baja, mientras que con el tranvía no ocurre lo mismo: se considera "más heterogéneo".

"La información que ofrece esta encuesta es muy valiosa. No obstante, se trata de una parte del estudio que hay que hacer si se decide poner en marcha el carril bus-vao. Todo trabajo de este tipo debe analizar la demanda, que es lo que nosotros hemos hecho, pero también el coste del proyecto", destaca la experta.

Igualmente, la docente reitera que las medidas, por sí solas, aisladas, no funcionan, y aboga por incentivar más el uso del transporte público. Una de las posibilidades que sugiere es repensar el modelo de aparcamientos en la Universidad. Mientras haya un sitio delante de la puerta, convencer a cualquiera de que use el tranvía o la guagua seguirá siendo una tarea complicada. Y ese reto, precisa, es urgente entre el estudiantado que viene del área metropolitana, donde las alternativas al coche, más eficientes y asequibles que las que existen para los chicos del Norte, siguen teniendo una aceptación baja. En la actualidad, el 38,73% de todos los alumnos de la ULL va en su propio coche a clase -en 2009 era un 41%- y el 18% usa el tranvía. Estos porcentajes cambian mucho si se analizan por separado los alumnos de las distintas zonas de la Isla. En el área metropolitana, el 28% va conduciendo su coche, el 6% como acompañante y el 28,2% en tranvía. En cambio, en la zona Norte el coche predomina -el 55,8% viene en su vehículo- y el 9,6% viene como acompañante. En total, el 65,4% va en coche. La opción del tranvía no existe.

Este estudio se presentará oficialmente en la Semana de la Movilidad que el Cabildo ha programado para septiembre.