La Fundación Loro Parque ha decidido ampliar sus programas de conservación ambiental e investigación, tradicionalmente ligados a loros y cetáceos, a tres especies marinas amenazadas que tienen una relevante presencia en Canarias: el tiburón martillo, el tiburón ángel y la tortuga boba.

Esta fundación, cuyo principal patrón es el propio Loro Parque, que cubre todos sus gastos de funcionamiento y le dona el 10 por ciento de sus ingresos por entradas, ha financiado desde 1994 unos 120 proyectos de conservación ambiental en los cinco continentes.

Algunos de ellos han cosechado importantes éxitos, como el centrado en el guacamayo de Lear, en Brasil, al que ha ayudado a salir de la lista de especies críticamente amenazadas (la antesala de la extinción en libertad), o los dedicados a la cacatúa de Filipinas o al guacamayo barbazul de Bolivia, con las que se ha logrado frenar el declive de sus últimas poblaciones.

Sus proyectos se han centrado hasta ahora de forma mayoritaria en distintas especies de loros de América, África, Asia, Oceanía y las islas del Pacífico -el estandarte del grupo- y en algunas poblaciones de cetáceos en Europa (las marsopas del mar Báltico, los delfines del Atlántico norte y las orcas del estrecho de Gibraltar).

Sin embargo, el vicepresidente del grupo hispanoalemán, Cristoph Kiessling, ha anunciado que la Fundación tiene previsto ampliar su área de estudios marinos, como anticipo de las actividades de responsabilidad social que impulsará su nueva instalación turística: el acuario "Poema del Mar" que abrirá sus puertas el año próximo en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria.

Las tres primeras especies elegidas para esa nueva línea de proyectos serán además tres de los emblemas del acuario: la tortuga boba (catalogada como vulnerable), el tiburón martillo (clasificado como amenazado) y el tiburón ángel o angelote (clasificado como críticamente amenazado, con poblaciones que prácticamente solo se encuentran en el entorno de las Islas Canarias).

"Además de que están amenazados, lo que nos ha movido a elegir esos animales es que son carismáticos. En conservación siempre se intenta utilizar un estandarte, una especie conocida que capta la atención del público y que permite proteger con ella todo su ecosistema", explica el director de Medio Ambiente de la Fundación y responsable de sus programas marinos, Javier Almunia.

La Fundación Loro Parque dedicará a esas tres especies el año próximo unos 100.00 euros, el 10 por ciento de su presupuesto para programas de conservación ambiental.

En el caso de las tortugas bobas, la Fundación financiará un trabajo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la Asociación para el Desarrollo Sostenible y la Conservación de la Biodiversidad y el Centro de Rescate de Fauna de Tafira para ampliar los conocimientos sobre la especie y apoyar los esfuerzos que se han realizado para intentar que vuelva a reproducirse en las islas.

Con el tiburón martillo o "cornuda", una especie bien conocida por los pescadores locales, el objetivo es realizar un censo de su población y conocer cómo se mueven sus individuos, si permanecen siempre en las mismas aguas o emigran periódicamente, en un programa liderado por ElasmoCan, una asociación canaria centrada en la protección de tiburones y rayas.

En el caso del angelote, también con ElasmoCan, Loro Parque pretende financiar un nuevo sistema de seguimiento de estos animales en la naturaleza que no requiere implantarles identificadores ni hacerles marcas en las aletas, sino que se basa en el reconocimiento de las manchas de camuflaje de la piel, que son únicas en cada individuo, como ocurre en tierra con los guepardos.