Su construcción finalizó en 2009 y hoy su estado no es el mejor, afectadas por el óxido, la suciedad e, incluso, las grietas. Se trata de las pasarelas peatonales que atraviesan la autopista del Norte (TF-5) a la altura de Los Rodeos, concretamente en los núcleos de El Portezuelo y La Cruz Chica, y que permiten que los vecinos de ambos márgenes puedan pasar de un lado al otro. Lo que hace singular el caso es que en su día costaron unos 3,9 millones de euros, es decir, a un precio medio de casi dos millones, según recogen varias informaciones publicadas entonces.

Junto a varios grafitis y basura acumulada en los recodos formados por el giro que hacen sobre sí mismas sus rampas, lo que destaca en los dos puentes es el grado de corrosión de sus elementos metálicos y los chorros de suciedad que se deslizan sobre la superficie blanca, bastante visibles y aparentemente producidos por el efecto del óxido. A eso se une que en las cuatro subidas (las dos de cada infraestructura) aparecen grietas en el punto en el que se unen estas con el tramo principal que permite a los peatones atravesar por encima de la vía.

Una de las pasarelas conecta el Portezuelo con las inmediaciones del aeropuerto de Los Rodeos, y la otra, el centro ciudadano de La Cruz Chica con la carretera de El Ortigal. A grandes rasgos, la situación en una y otra es la misma, con la diferencia de que la segunda muestra algunos de los pequeños azulejos que la recubren -con un estilo que recuerda al del Auditorio de Tenerife- desprendidos, lo que, por el contrario, apenas ocurre en El Portezuelo.

Fuentes oficiales del Cabildo de Tenerife expresaron el pasado viernes que se han realizado labores de mantenimiento, y, con respecto a una ligera oscilación que se siente sobre el puente cuando pasan por debajo vehículos de gran tonelaje, apuntaron que puede considerarse dentro de lo normal.

Además de en el grado de conservación, los residentes de la zona ponen la mirada en los recovecos que crean las rampas. Según indica el presidente de la asociación de vecinos de La Cruz Chica, Riquelme Martín, hace en torno a un mes y medio presentaron un escrito en el Ayuntamiento de La Laguna solicitando que de alguna forma se impida el acceso a esos huecos. El motivo: evitar los olores que generan las heces de perros y de quienes aprovechan esas esquinas para orinar. "No hay quien esté en la plaza cuando hace calor...", lamenta.

Riquelme también muestra sus dudas sobre las características originales del proyecto. Eso ha ocurrido por parte de diferentes voces desde el principio de la actuación. Y es que aquella fue una iniciativa a gran escala, especialmente desde la perspectiva económica: si bien el acuerdo adoptado por la Comisión Insular de Gobierno contemplaba un presupuesto de 1,36 millones de euros para los trabajos, la suma se incrementó primero hasta los 2,08 y más tarde, debido a errores de cálculo sobre las estructuras y la seguridad, hasta un total de 3,9.

Ya a finales de 2015, en los análisis realizados por la institución insular para crear el tercer carril de la TF-5 entre Guamasa y La Laguna, estas pasarelas volvieron a ser objeto de atención, dado que "a priori" impedían la obra. Pero había solución, dijeron desde el área de Carreteras: se "rodarían" todos los carriles de un tramo de la TF-5 hacia la carretera general (TF-152) para ganar el espacio suficiente para la nueva vía.