Las procesiones magnas, aquellas que engloban todos los pasos de un municipio, y de las que existen varios casos en la geografía tinerfeña, volvieron a dar muestra un Viernes Santo más de que son libros de la fe y del arte. Desfilan por las calles tronos y cofrades que lo hacen con devoción, sí; pero también es habitual que se conviertan en la ocasión perfecta para explicarles a los más pequeños las vivencias de Jesucristo o para disfrutar de piezas de imaginería de gubias tan destacadas como las de Luján Pérez, Fernando Estévez o Rodríguez de la Oliva, entre otros.

En Tenerife hay ejemplos de procesiones de estas características en zonas tan dispares como Güímar o Garachico, si bien las dos principales son la de Santa Cruz y, sobre todo, la de La Laguna, la Magna de todas las magnas. En el caso capitalino ocurrió que, en la parte alta de la plaza de La Candelaria, el acto coincidió con una manifestación por el Día de la República, en la que los convocados gritaban consignas que llevaron a varios asistentes a la cita religiosa a ponerse en contacto durante la tarde con este periódico para lamentar lo ocurrido en la procesión, que arrancó en torno a las 20:00 horas.

En La Laguna, en cambio, primó tranquilidad y, en general, se congregó bastante público, aunque no se completó el recorrido. Hubo "vacíos" en algunos puntos del tramo bajo de San Agustín, la calle del Agua y el inicio de La Carrera. En total, 24 pasos que van de la Entrada de Jesús en Jerusalén, con su cofradía de niños hebreos con palmitos, al paso de Nuestra Señora de la Soledad. Cristo, vírgenes, rostros dolientes... Y al mismo tiempo, una escenificación en la calle con estampas de lo más llamativas: los cofrades, las familias, los turistas; las mangas cruces, el colorido de los trajes de los capuchinos, otras vestimentas de toda clase -desde el frac de la Junta de Hermandades a los ropajes los canónigos, pasando por el traje de gala de la Policía Local-. Hermandades grandes y una de 13 participantes. Un "tótum revolútum" que cada año marca la tarde de uno de los días más solemnes de la vieja Aguere.