"Ahora que se secan los pastos en la cumbre y en las medianías surge el mismo problema de otros años: las cabras salvajes de Anaga tiran para los sembrados y hacen auténticos destrozos". Así lo denuncian miembros de diferentes colectivos y vecinos del Macizo, que mañana harán, junto a guardamontes del parque rural, una inspección de los daños que ya ha causado el ganado guanil. Y está comenzando el verano.

Paredes derrumbadas, senderos destruidos y flora endémica y árboles frutales comidos son un resumen del "parte de guerra" que describen los vecinos. A algunos se les nota ya cierta resignación por el poco efecto que han tenido sus denuncias.

Con la modificación de la Ley de Caza de Canarias ralentizada -se pretende introducir la cabra salvaje como especie cinegética-, los afectados no ven soluciones a corto plazo para resolver un problema que, aunque afecta a zonas como la parte alta de San Andrés y María Jiménez y El Draguillo, se agrava en puntos como el Lomo de las Bodegas, Roque Bermejo, Ijuana y Tafada, hacia Las Palmas de Anaga.

"La situación ha empeorado con respecto al año pasado", reconoce una de las afectadas por los destrozos que causa este ganado guanil. Según detalla, aunque parece que ha descendido "un poco" la población de hembras, han proliferado los machos. "Hemos visto manadas de hasta doce juntos", relata. Y son estos los que más daños causan por su tamaño y peso.

Las razones de este aumento no están del todo claras, pero los vecinos lo relacionan con algún acto de furtivismo y con la "tetera", enfermedad que afecta a las cabras que no son bien ordeñadas.

"A veces no entendemos tanta pasividad por parte de la Administración, porque los daños que causan van en contra de la conservación que se defiende del parque rural y de las actividades que se pretenden impulsar en él", remarca una afectada.

Como se recordará, el Cabildo de Tenerife realizó hace pocos meses dos estudios -Gesplan y Cultania- sobre las poblaciones de cabras salvajes en los macizos de Anaga y Teno. Calculaban que en el Macizo de Anaga podría haber unos 200 ejemplares "asilvestrados", entre ovejas y cabras, cantidad que los vecinos de la zona creen que es aún mayor.

Entre las alternativas propuestas para su erradicación, la más apoyadas por los consultados en las muestras fue el uso de armas de fuego con un control de la Administración.

No obstante, y antes de llegar a esta medida, se propuso hablar con los que dicen ser "dueños del ganado" y, seguidamente, establecer un plazo para la retirada, intentando, primero, realizar apañadas para que todos los animales que estén sueltos pero que tengan dueño o puedan ser retirados por colectivos o personas preparadas para ello lo hagan en un plazo de tiempo otorgado por la Administración.

A continuación, sí se procedería al uso de armas para capturar a los animales que queden en el territorio.