Artesanos de diferentes países han abogado en la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) para la Roseta de Tenerife, una de las manifestaciones más antiguas del arte textil que aún hoy se conservan vigentes y que se sigue trabajando con las mismas características que en el pasado.

Esta y otras conclusiones se han recogido tras el trabajo de un nutrido grupo de expertos artesanos que se dieron cita en el Museo de Artesanía Iberoamericana de Tenerife, MAIT, en La Orotava en las primeras Jornadas Internacionales "La Roseta de Tenerife", ha informado hoy el Cabildo de Tenerife en un comunicado.

Destacó la asistencia representantes de Puerto Rico, con sus proyectos sobre los Soles de Moca y Naranjito; Ñandutí, de Paraguay, y también de Croacia, Brasil y Cuba, al igual que artesanos de Lanzarote y Tenerife.

El objetivo de esta actividad fue contribuir a incentivar el oficio de rosetera y sensibilizar a la población sobre la importancia de esta técnica en Canarias y en el resto del mundo.

Así, los participantes también acordaron continuar con la realización de proyectos en común, al igual que talleres que hagan pervivir la roseta con el paso del tiempo.

Otra de las conclusiones fue la idoneidad de utilizar esta técnica artesana como herramienta de inclusión social, es decir, que se impartan talleres dirigidos a jóvenes en exclusión, al objeto de que les sirva para aprender un oficio y vivir de ello.

El fin último de esta actividad era preservar y poner en valor, desde una perspectiva internacional, la Roseta de Tenerife, a través de su enseñanza, difusión y sensibilización.

También se perseguía estimular la participación y la conservación de este patrimonio cultural, y establecer una red de intercambio de conocimientos, a escala mundial, para alentar y promover la excelencia, la innovación y la adecuación de los procesos de trabajo.

Desde el siglo XVI la Roseta de Tenerife se ha elaborado en la isla, y es demandada desde países como el Reino Unido o Francia.

En los comienzos era un trabajo realizado para el consumo familiar pero con la implantación de casas comerciales del Reino Unido, llegó a convertirse, junto con el calado, en una industria a gran escala.

Su conocimiento y técnica se transmitían de una generación a otra, y esto ha hecho posible que su confección se conserve aún viva.

A partir de 1940 se potenció en toda España el trabajo del encaje de cara a la comercialización, con la organización de talleres donde se enseñaron las formas y los estilos de cada lugar.

Posteriormente, el fomento de la roseta estuvo en manos del Ministerio de Cultura y de otras entidades cuyas iniciativas se decantaron por organizar cursos de diseño, exposiciones, ferias y congresos, publicaciones, premios de investigación, apertura de centros de venta y museos.

La petición del reconocimiento de la Roseta de Tenerife como Bien de Interés Cultural es, según el Cabildo de Tenerife, una forma de salvaguardar la técnica y producción de esta actividad artesanal, reconocida a nivel mundial.

Además, es la mejor manera de valorar, proteger, conservar y transmitir el trabajo de la roseta a generaciones venideras, ha agregado la corporación insular.