Los cabreros del Norte de Tenerife han convivido siempre con las pérdidas puntuales causadas por el robo ocasional de algún baifo o de alguna cabra extraviada. Sin embargo, la Asociación Cultural Amigos del Baño de las Cabras en el Mar alerta de que, "desde hace alrededor de un año", se enfrentan a un problema "totalmente nuevo" que amenaza la viabilidad de su forma de vida: el robo "organizado y reiterado" de numerosas cabras y baifos que, según sospechan, se sacrifican de forma inmediata para la venta ilegal de carne.

Juan Amílcar Fariña Acosta, de la citada asociación cultural, estrechamente vinculada con los cabreros del Norte de la Isla, ha querido "denunciar públicamente los repetidos robos masivos de ganado caprino en el Valle de La Orotava y Acentejo, que afectan gravemente a la actividad de los cabreros y a la precaria economía de sus familias".

Estos robos han pasado de ser una cuestión casi anecdótica a convertirse en una grave amenaza para la continuidad de la ganadería caprina tradicional.

Fariña tiene claro que si no se termina pronto con estos "robos masivos", van a acabar con los últimos cabreros del Norte de la Isla.

Hay cabreros que han sufrido especialmente el impacto de estos robos, hasta tal punto que se han planteado dejar una profesión en la que llevan toda la vida. "A un cabrero que tiene sus corrales en el barranco de San Nicolás, en el Puerto de la Cruz, le han robado 61 cabras. Tenía 80 y ya solo le quedan 19. Y eso es prácticamente imposible de superar", lamenta Fariña.

Domingo González Cabrera, otro cabrero de Los Realejos, ha sufrido cuatro robos importantes en sus corrales. En el último, que se produjo en la noche de este sábado, se llevaron 20 animales (doce baifos y ocho cabras). Además, mataron a uno de sus perros pastores. Un golpe muy duro para un cabrero.

"Un robo de estos puede suponer para un cabrero perder todo el trabajo de un año. Los que roban a estas personas y ponen en riesgo las economías de estas familias humildes son unos desalmados", lamenta Fariña, quien añade: "Van a acabar con los cabreros. Su vida es muy sacrificada, siempre pendientes de sus animales, y esto no lo van a poder aguantar mucho tiempo".

Fariña subraya que si los robos afectan también a los perros, el daño se multiplica: "Para un cabrero, un perro pastor es un compañero de trabajo. Es un animal que tarda años en aprender el oficio y es muy valorado. Por eso, para ellos perder un perro es casi como perder una mano".

La citada asociación cultural tiene constancia de robos en las localidades norteñas de Los Realejos, Puerto de la Cruz, Santa Úrsula y La Victoria de Acentejo. Sustracciones que, a falta de datos exactos, "superan la cifra de 100 cabezas de ganado caprino robadas en el último año", señala Fariña.

Este colectivo y cabreros afectados descartan que las cabras se roben para mantenerlas en otras explotaciones: "Aparte de que pueden estar marcadas, un cabrero conoce sus cabras aunque las vuelva a ver tres años después de un robo".

La principal hipótesis de los afectados es que "se trata de robos organizados para sacrificar a los animales y, rápidamente, vender la carne de forma ilegal en guachinches, a un precio inferior al habitual, que es de unos 9 euros por kilo de carne de cabrito".

Sospechan que existe una trama organizada porque "llegan de madrugada, arrasan con un montón de animales y no queda ni rastro".

Doce baifos, ocho cabras y un perro pastor

El cabrero Domingo González Cabrera (en la foto) guarda sus cabras en el municipio de Los Realejos, en la zona de El Mocán, y en el último año ha sufrido cuatro robos de animales. El último se produjo en la noche del pasado sábado 20 de enero. Le robaron 12 baifos y 8 cabras y, lo que es peor, mataron uno de sus perros pastores. Ayer acudió a la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía en el Puerto de la Cruz, que atiende también al municipio realejero, para interponer una denuncia, acompañado por Juan Amílcar Fariña Acosta, de la Asociación Cultural Amigos del Baño de las Cabras en el Mar. Las pérdidas por este último robo, que se valoran en unos 1.500 euros, son muy importantes para este cabrero, ya que se suman a las generadas por tres robos anteriores y al impacto que supone para la actividad perder a un perro que tarda años en entrenarse para trabajar con el ganado.