Las fiestas en honor de San Juan Bautista del barrio lagunero del mismo nombre las abrió en esta edición el expolítico Domingo Medina con un pregón entre la historia y las vivencias, entre un estilo clásico y la incorporación de audiovisuales. Fue un paseo por el pasado de este enclave, de una parroquia de avatares peculiares y de un cementerio que tuvo un papel protagonista.

Hijo de este lugar -"nací, me crié y jugué", afirmó-, Medina empezó recordando el llano con molinos de vientos que fue San Juan, así como la epidemia de peste que comenzó a mitad de 1582, que hizo que este santo fuese tomado como protector. Y se sumergió en las andanzas de la ermita. "Tras la llegada a la Isla procedente de Sevilla, la imagen de San Juan fue llevada a la ermita en 1584, sin estar concluidas las obras", recordó, y añadió que fue precisamente ese año cuando se celebraron las primeras fiestas.

Los siglos XIX y XX, según indicó el expolítico en su relato, trajeron consigo episodios capitales para la iglesia. "La ermita vive su mayor esplendor desde su fundación hasta el año 1862, cuando la autoridad eclesiástica la cede a petición del alcalde para convertirla en hospital militar", apuntó. Ya a mediados del siglo pasado desarrolló una función de "morgue" como consecuencia de dos accidentes aéreos en el aeropuerto de Los Rodeos: el de 1965 de un avión modelo Super Constellation y el de 1972 de una aeronave Convair Coronado 990.

Actos religiosos en el templo, la llegada de cada una de las imágenes, la fundación de la cofradía de Las Caídas, la incorporación de una capilla a la iglesia, la visita de la Virgen de Candelaria en 1964... Así avanza la remembranza que realizó Domingo Medina, que también se detuvo en el cementerio, que marcó parte de la actividad del barrio a lo largo de décadas. Además, la cronología suma el pasado industrial y empresarial de una zona que ha cambiado... pero que no olvida su ayer.