El Carnaval está en deuda con Manolo Monzón (Santa Cruz de Tenerife, 1937-2011), padre de las comparsas gracias a un viaje que hizo de polizón a Venezuela. Vio por televisión allí a las escuelas de samba de Río de Janeiro, a comienzo de los años 60, y tomó la iniciativa en 1965 de formar Los Rumberos, integrada por familiares tanto de Manolo como de su entonces esposa, Bella, y por trabajadores del mercado, donde regentaban un puesto de charcutería y comestible en general. "No era un puesto, era un cuarto", precisa ella.

Natural de Vallehermoso, se trasladó a Santa Cruz con sus padres a los 6 años. Desde pequeña se crio con Manolo en San Telmo. La mayor de cuatro hermanos recuerda que su hijo Juanjo tenía dos años y su hija Rogi tres meses cuando Manolo marchó a Venezuela. "¡Gracias a mis padres!", añade. De regreso a Tenerife, Bella -cuyo nombre original es María Irene- recuerda que animó a Manolo a sacar el grupo. "El primer año -1965- salimos de mamarrachos, unos con un antifaz, otros con una corona... Con lo que había. Lo mejor, todos éramos amigos del mercado y familia, y lo pasábamos bien; con algunos instrumentos. Ese primer año -fundación de Los Rumberos- salimos bailando con la cara tapada". Eran las quintas Fiestas de Invierno y el Carnaval como tal estaba prohibido.

Al año siguiente, Bella animó a Manolo a ir a El Kilo, que tenía un garaje en la calle de La Rosa, y hacerse todos el mismo traje. "Ensayábamos en el patio del mercado, donde están los puestos de flores. En la parte alta vivía Virgilio, que se encargaba de vigilar y abrir".

"Salí hasta 1974, porque en diciembre de ese año falleció mi padre y había costumbre de llevar luto, aunque yo siempre he sido muy moderna. Dejé de salir bailando, que me encanta; porque yo cuando canto llueve", se ríe. En la actualidad, reconoce que su afición por el baile la ha heredado su nieta Naomi, la hija pequeña de Juanjo, y el ritmo de la percusión, la mayor, Tairé. Aunque desde entonces no saliera con la comparsa, siempre ha seguido confeccionando para el grupo, tarea que en los últimos tres años ha combinado con las muñecas que, junto a su hija Rogi, ha hecho para la exposición de los 50 años tumbando caña de Rumberos, en la Casa del Carnaval.